Laura Carneros

Andrea Jaurrieta presenta su primera película Ana de día, después de cinco años de odisea para producirla. Financiada mediante crowdfunding, la directora hace uso de otras herramientas colectivas para compartir la experiencia de realizar una ópera prima. Así, además de ofrecer como ejemplo la obra finalizada, Jaurrieta pone al servicio del público una serie de videotutoriales en YouTube llamados: Cómo hacer tu primera película (y no morir en el intento). Hablamos con Jaurrieta sobre el camino recorrido y algunas claves de su personaje principal, interpretado por Ingrid García-Jonsson.

No solo te has preocupado por que tu película salga adelante, sino que también has querido compartir el proceso a través de tu canal de Youtube. ¿Podría decirse que has acabado desdoblándote como hace Ana?

El proceso ha sido eterno, muy duro. Comenzamos el desarrollo de la producción a finales de 2013, con una productora grande, luego con otra más pequeña, y no conseguimos nada. En 2015 tomamos las riendas nosotros, pero en estos dos años de productoras grandes sí que aprendí mucho de cómo se hacían las cosas. Ha sido un máster sobre cómo lanzarnos al vacío, con un poco de conocimiento hacia dónde íbamos, obviamente, pero eran todo cosas nuevas. Ha sido bonito porque al mismo tiempo que empezábamos con la película, íbamos conociendo la industria. Me gustaba compartirlo con la gente joven porque no te explican esto en las universidades. Te explican cómo hacer una película, cómo ha funcionado siempre, pero cuando llegas a la realidad es un golpetazo contra un muro. También quería con esos vídeos que el público generalista viera por qué es tan caro. Desde que rodamos hasta ahora han sido dos años de postproducción, de lucha…

Es curioso, porque aparte del crowdfunding, te has preocupado por que se visibilice de otra manera, que la evolución del proyecto no solo se quede en conocimiento de los mecenas que han apoyado financieramente la película.

Sí, era darle otro punto de vista, sobre todo que la gente valore lo que hay detrás, que todo parecen alfombras rojas y en realidad no. Eso es un día, y luego tienes 364 en los que no hay manera que salgan las cosas. Se ha hecho tanta prensa en contra del cine y ha habido también tantas cosas feas… Pero los demás no tenemos por qué comernos el marrón.

Respecto al personaje de Ana, podría haber sido una persona con una doble vida, pero has querido marcar esa escisión… ¿por qué te interesaba tratar la dualidad desde la perspectiva del doppelganger?

Fue una idea que surgió de una broma telefónica con un amigo, y un poco después estaba leyendo el libro Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir, y de repente vi que mi personaje era muy parecido. Aparte de que ya tenía la idea de la doble, me parecía bonito partir de esta idea surrealista porque realmente no nos atrevemos a hacer ciertas cosas. También en esta dualidad te plantearías si realmente es posible huir o no de nosotros mismos… El río siempre lo llevamos dentro.

En ese sentido, creo que el personaje de ella no termina de convencerse de que tiene una doble vida, o evolucionar, o ser tan radical. ¿Podría decirse que a pesar de tener esta oportunidad de la doble vida, se queda enfrascada en su naturaleza?

Intenta romper, empezar una nueva vida, llegar a los límites… Pero de nuevo entramos en una rutina. Y cuando todo se está estableciendo, desde el exterior, algo le dice: “no eres Nina, tú eres Ana”. Siempre vas a tener tus mismas dudas, tus mismas incertidumbres, tu mismo desasosiego…

El título de la película hace clara referencia a Bella de día, de Buñuel, pero mientras que el personaje de Catherine Deneuve lleva una doble vida en cuanto al sexo, esto en Ana no se da.  Digamos que el motor del personaje de Buñuel es la frustración sexual, ¿por qué te interesa que Ana, que se ha encontrado con una situación que no ha decidido ella, se introduzca en el mundo de la noche y acabe prostituyéndose?

Ella quiere romper en tres niveles su vida: la vida laboral, trabajando donde sea, en un sitio decadente; la vida familiar, rompiendo los vínculos que tenía y conviviendo con gente que está al margen; y la vida sexual con el personaje de Marcelo (Álvaro Ogalla). La trama de la prostitución en guion era más clara, lo llevaba más al límite, pero luego pensé que no, porque lo que quiero destacar de ella es que está probando algo que nunca hubiera hecho. Esa es un poco la relación que tiene con Belle de jour, en cuanto a la represión sexual que tiene ella al principio.

En este sentido también me recuerda al personaje principal de Joven y bonita, de François Ozon, que también está muy ligado con Bella de día. Este personaje explora su identidad a través del sexo y descubre su vocación de prostituta, pero Ana no tiene más clientes, ¿por qué tiene esta experiencia solo con un hombre? 

Me gusta esta relación con Marcelo, en la que ella evoluciona: al principio no se desnuda, se quita el sujetador por debajo de la camiseta… Hasta que en otro encuentro llegan incluso a morderse como animales, desprejuiciados. Tampoco me interesó que se relacionara con más hombres porque quería marcar la cuestión de que está huyendo pero no termina nunca de huir de sí misma…

De hecho, la relación con este hombre acaba teniendo una continuidad…

Sí, es por eso que se da cuenta de que comienza a repetir las mismas cosas en su vida: ha sustituido a su novio, a su madre… Y es cuando vuelve a aparecer la necesidad de huir.

Aparte de las referencias comentadas, el personaje de Ana me recuerda a Magical Girl y a Cisne negro… ¿en qué películas te has inspirado para crearlo?

¡También me han dicho antes lo de Magical girl! Pero yo lo escribí antes, ¡en 2010! En cuanto a las referencias que tenía, no basé el personaje en otro previo. Si ves mis cortos anteriores aparece este personaje: una mujer que no se siente satisfecha y quiere huir. Pero también me gusta mucho el misterio de los personajes de Haneke, que parecen normales pero tienen un punto frío o trastocado. En el music hall tenía también muchas referencias de Fassbinder, pero en cuanto al personaje de Ana, en esta ocasión le dejé mucha libertad a Ingrid.

¿Y en cuanto a referencias cinematográficas?

La referencia clara era el cine underground de los 70, comienzos de los 80, las películas de Almodóvar, alguna de Bigas Luna, muy independientes, nocturnas, con una estética “fea”,  con esa cosa meter la cámara en tugurios y buscar que sea imperfecta. Luego, en un principio, cuando pensaba de dónde podía venir el personaje de ella pensaba en la burguesía de Chabrol. Pero realmente era el punto de partida. Tenemos muchas referencias del cine de esa época, y estéticamente también queríamos buscarlo un poco. Me parece que era un cine mucho más libre, más narrativo.

La temporalidad de la película es más bien indefinida, no termina de quedar clara la época en que se desarrolla, ¿era buscado por tu parte?

Totalmente buscado, de hecho, al comienzo hay un móvil y a partir de ahí no hay nada digital. Ana tiene este móvil, este trabajo, esta vida de hoy en día, y de repente, ruptura total. Vemos un mundo que ni siquiera sabemos si es real o está en su cabeza.