Manu Yáñez (Festival de Venecia)

¿Cuál es su relación personal con el universo de la caza?

Enfrenté la realización de Safari sin ningún prejuicio contra la caza. Creo que no tiene ningún interés hacer una película sobre un tema del cuál ya tienes una opinión formada de antemano. Para mí, hacer una película es un proceso de exploración de una materia. Cuando elijo a los protagonistas de mis películas, no concibo la idea de situarme en su contra. En este caso, descubrí que las motivaciones para querer cazar son muy variadas. Me interesaba recoger esa variedad de pareceres para que el público pudiese hacerse su propia idea de este submundo.

¿Cuál fue el punto de partida del documental?

En este proyecto confluyeron tres factores. Llevaba tiempo queriendo hacer una película sobre la caza. Creo que es un mundo que permite decir muchas cosas acerca del ser humano. También quería hacer una película sobre las vacaciones, el turismo. Aunque el verdadero punto de partida ocurrió durante la filmación de En el sótano, cuando conocí a una pareja aficionada a la caza que guardaba todos sus trofeos en el sótano de su casa.

¿Qué descubrió durante la realización de este documental?

Siempre que hago una película descubro cosas. Cada nueva película es una aventura. Conoces a nuevas personas, nuevos entornos, sean los “chicos de la playa” de Paraíso – Amor, o los fanáticos religiosos de Paraíso – Fe, la gente de En el sótano, los cazadores… En el caso de Safari, mi mayor descubrimiento fue que el acto de la caza es muy parecido al acto sexual. Después de abatir a un animal, ves a los cazadores en un estado de éxtasis muy peculiar. Tras la tensión del abordaje a la presa, después del disparo, ves que se relajan, se abrazan, se besan, están contentos, casi eufóricos. Parece algo post-orgásmico. Esta es también una película sobre la sexualidad.

Quizás los personajes de Safari no son tan diferentes a los de su película Animal Love. En ambos casos tenemos a personas que convierten a los animales en objetos para hacer realidad sus deseos y obsesiones.

Creo que son casos diferentes. En Animal Love, la gente se aprovechaba de los animales para cubrir unas necesidades personales, necesidades sexuales o de dominio sobre otras criaturas. Había una relación directa entre la persona y el animal. En Safari, hay una enorme distancia entre los cazadores y los animales. La relación está en el disparo: los cazadores mantienen al animal lo más lejos posible para no sentir su dolor. Es todo lo contrario al amor. Aunque, al tratarse de un opuesto tan absoluto, puede que surjan puntos de contacto entre ambas situaciones, puede que sean expresiones diferentes de una misma necesidad. En Alemania, los cazadores utilizan términos que reducen la condición animal de sus presas. A la sangre la llaman “sudor”; cuando cazan una zebra, la llaman una “pieza”. Se convierte al animal en un objeto, se crea un fuerte distanciamiento.

La estructura de la película acentúa el carácter ritual de la caza. Vemos en varias ocasiones todo el proceso de acercamiento a la presa, el disparo, el posado fotográfico junto al animal abatido.

La estructura es algo que trabajo durante el proceso de montaje. Cada una de las expediciones de caza duró entre dos y tres horas, así que tuve que sintetizarlas en el montaje. En ese proceso de síntesis es donde emerge la dramaturgia. También surgen cuestiones de ritmo, de tempo fílmico. Y también van apareciendo las asociaciones entre personajes y situaciones.

En la película, escuchamos numerosos monólogos de los cazadores, pero los personajes africanos siempre aparecen mudos.

Esta fue una decisión muy consciente por mi parte. Representa la relación que se establece entre los europeos y los africanos en estas reservas para la caza. Los negros son siempre los asistentes, nunca los guías. Siempre adoptan un rol subordinado. Se ocupan de las tareas que no quieren hacer los blancos, como en el matadero. Es un universo marcado por el colonialismo. Desde el principio, pensé que era justo que los africanos no tuvieran voz en el documental. Es una cuestión de dramaturgia. En 1994, hice una película titulada The Last Real Men, sobre hombres austriacos que se casaban con mujeres asiáticas, y también decidí que las mujeres no tuvieran voz en aquel documental. Para mí, es una manera de sintetizar aquello que intento decir con estas películas.

¿Fue difícil encontrar a cazadores que quisieran hablar delante de las cámaras?

El mundo está lleno de cazadores, pero es muy difícil conseguir que hablen delante de una cámara. La mayoría de ellos son conscientes de la mala imagen que tiene esta práctica hoy en día. No fue fácil encontrar a gente dispuesta a mostrar con orgullo su pasión por la caza.

¿Cómo fue la filmación de las escenas en el matadero?

Como provocación, podría decir que es posible filmar cualquier cosa, cualquier situación. En este caso, creo que lo apropiado sería preguntarse por qué no debería mostrar el matadero, por qué no mostrar todo el proceso que convierte a los animales en carne para comer. Para mí, es una parte esencial del safari. Todo ese proceso se ha convertido en un tabú. Vamos al supermercado y encontramos la carne envasada en las neveras, limpia, casi sin rastro de sangre. La gente prefiere imaginar que, de alguna manera, nos comemos a los animales sin matarlos.

En sus películas, no es extraño encontrar a personas que realizan comentarios incorrectos. En este caso, está la mujer que afirma que los negros “pueden correr muy rápido… cuando quieren”. ¿Se dan situaciones en las que las personas le piden que elimine ciertas escenas filmadas?

En primer lugar, acerca de la mujer a la que te refieres, debo decir que lo que aparece en la película es una parte muy mínima de sus afirmaciones racistas. Se controló mucho delante de la cámara. Ella decidió lo que quería mostrar de sí misma. Aunque, en última instancia, soy yo quien determina lo que acaba apareciendo en la película. Durante el rodaje, intento capturar todo lo posible para después trabajarlo en la sala de montaje.

Con la película acabada, ¿siente que ha terminado entendiendo la fascinación de los cazadores por la caza?

Antes de iniciar el rodaje, fui a un rancho a disparar, para ver lo que se sentía. Y debo decir que, aún ahora, habiendo hecho la película, no acabo de entender lo que sienten los cazadores. Les conozco mejor, conozco sus motivaciones, pero no puedo decir que les entienda del todo.

¿Tiene algún nuevo proyecto en mente?

Todo lo que puedo decir es que estoy trabajando en una película de ficción bastante ambiciosa. Trata sobre dos hermanos ya adultos que regresan a la casa familiar después de muchos años. Han vivido en lugares muy diferentes: uno en Rimini, Italia, y el otro en Rumanía. Tras la muerte de su madre, regresan a casa y se descubren atrapados por su pasado.

Cuándo se enfrenta a un tema, ¿en qué momento decide si es más apropiado encararlo desde la ficción o desde el documental?

Es algo complejo. Creo que podría haber hecho una película de ficción sobre la caza sin mayores problemas. En este caso, después de embarcarme en un proyecto de ficción tan ambicioso como la trilogía Paraíso, tenía ganas de volver al documental. Cerrar la financiación de una película documental es más fácil que en el caso de una ficción.