Poca presentación necesita una de las películas centrales de la historia del cine español, opera prima de su director, Víctor Erice, escrita junto con el crítico Angel Fernández-Santos, y protagonizada entre otros por Fernando Fernán-Gomez. Símbolo de muchas cosas, metáfora política, retrato de una sociedad encerrada, y también una película sobre la herencia, la orfandad, los sueños, y el cine y la vida, quizás sea mejor recuperar lo que contaba el propio Erice en uno de los aniversarios de su debut: “Lo mejor de la película no está en la película. Cuando llegó la niña estábamos cenando. También Frankenstein, que tomaba unos huevos fritos. De pronto, Ana reparó en el monstruo, dio un salto y se refugió en los brazos del primero que pilló, que era Teo Escamilla. Tuvo un ataque de pánico. Frankenstein no hacía más que sonreír y la niña no paraba de llorar. Fue un momento extraordinario. Pasados unos minutos, Ana y el monstruo empezaron a hablar. Ella le hizo entonces la pregunta fundamental: ¿Porqué mataste a la niña? Espero que la película en cierta forma respondiera a esta cuestión”. GdPA

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