Los intereses del sueco Ruben Östlund, al que La casa encendida ha dedicado una completísima retrospectiva, por las relaciones familiares, sus agujeros, sus tensiones, sus ríos de oscuridad secreta, se extendieron hasta sus películas de ficción, pero parecen tener su origen en su propia familia. En esta, una de sus primeras películas, Östlund reúne a sus padres, que se divorciaron cuando él tenía cuatro años, para que se reconcilian ante un nuevo testigo: la cámara. Veintitrés años después vuelven a estar solteros y, por supuesto, no están de acuerdo en la versión de lo que sucedió. Su padre encuentra ahora la mejor compañía en su perrito; su madre, una artista y supuesta iconoclasta, vive felizmente sola. GdPA

Programación completa de La casa encendida.