Cuando uno se mueve con regularidad o intenta estar informado sobre lo que ocurre en el circuito internacional de festivales, resulta bastante extraño cruzarse con auténticas sorpresas: películas que no teníamos en el radar y que nos revelan súbitamente un talento singular. Algo así me ocurrió en el ya finalizado Americana Film Festival con el documental America Recycled: una road movie ciclista que nos lleva, a lo largo de dos años de viaje, por una serie dispar de enclaves de la “otra” América, una tierra marginal de resistencia al orden imperante. Firmado por los hermanos Noah y Timothy Hussin (los ciclistas en cuestión), el film nos muestra el quehacer cotidiano de una numerosa tropa de outsiders: los habitantes de una comuna neo-hippie en la que se cocinan animales atropellados, los miembros de una barrio gay perdido en los bosques de Tennessee, los supervivientes de la frontera entre México y los Estados Unidos, los pobladores de Nueva Orleans y los estoicos moradores de Terlingua, una ciudad perdida en el desierto de Texas.
Los hermanos Hussim parecen una versión contemporánea del Jack London de El camino –son demasiado “alternativos” como para soportar una comparación con los beatnicks de En la carretera–. Navegan por los márgenes invisibles de la sociedad yanqui coleccionando historias de desheredados, adictos, incomprendidos, bohemios y simples supervivientes. Puede que el mapa global que presenta America Recycled sea algo ingenuo en su optimismo utópico, pero los directores no olvidan destacar, puntualmente, que la vida en los márgenes no es de color de rosa.
Bajo estas coordenadas ideológicas, America Recylced podría haber quedado como una simple colección de buenas intenciones reunidas bajo un discurso coherente, sin embargo, la película crece gracias a su solidez formal, su vigor poético y su heterodoxia. Los documentales itinerantes, a no ser que los filme James Benning, suelen desplegar importantes dosis de narcisismo: los directores-viajantes acostumbran a exhibir los sacrificios asumidos y las hazañas logradas. Por su parte, America Recycled pone en juego una interesante dicotomía entre la presencia-ausencia de los directores en la acción. En las transiciones entre las diferentes comunidades visitadas, los Hussim se muestran como auténticos habitantes de la carretera, aunque el documental arranca con una fantástica colección de viejas home movies con la que los hermanos exorcizan una infancia marcada por el espíritu consumista de la América suburbial. Sin embargo, en cuanto los Hussim llegan a las diferentes “estaciones” de su viaje, los autores desaparecen de escena y ceden todo el protagonismo a sus huéspedes. La inmersión es completa: mediante un montaje impresionista, nos adentramos en el día a día de las comunidades, mientras que los insertos de entrevistas (la cuota didáctica del film) nos permiten completar el puzzle social con algunas pinceladas psicológicas. Sería tirar del tópico decir que America Recycled nos muestra una contracara feliz del sueño americano. Es más justo afirmar, simplemente, que estamos ante una película cargada de desafíos ideológicos, huidas de la civilización y anhelos cumplidos.
En algunos momentos, America Recycled peca de una cierta superficialidad en su retrato de las diferentes comunidades, sin embargo, su condición de obra itinerante la libera de obligaciones que sí podríamos exigir a películas centradas en un único escenario. Luego, cuando retrata la excéntrica y calmada determinación de sus personajes, la película de los Hussim evoca el imaginario de Jim Jarmusch, aunque su discurso no se limita a expresar un afán poético, sino que persigue la evidencia política. En un pasaje especialmente inspirado, la cámara sigue a un expedicionario de las minas de mercurio del desierto americano. Un hombre que nos habla de “la gente que murió en estas minas extrayendo material para hacer bombas que luego servirían para matar a más gente”, una trágica encrucijada que seguramente interesaría a cineastas-historiadores subversivos como John Gianvito o Travis Wilkerson. Si Sean Penn tuviese que elegir un documental para completar un (sugerente) programa doble junto a Hacia rutas salvajes (Into the Wild), seguramente elegiría America Recycled. Si Henry David Thoreau estuviese vivo y necesitase un vibrante encuentro con el cine, le recomendaría que fuese a ver la película de los hermanos Hussim, en cuyos títulos de crédito figuran sus nombres, los de los autores de las canciones de la película y una breve lista de agradecimientos. Esto sí que es indie.