Los dos jóvenes de Happy Times Will Come Soon corren y se esconden por los bosques y la montaña; huyendo de un ‘algo’ abstracto que contrasta con lo concreto de las acciones que llevan a cabo: bañarse en un lago, preparar una trampa para cazar comida… Durante estos primeros minutos, el film cautiva por el puro gozo de su condición material, fotografiando (en 35mm.) el verde de las hojas y el marrón de la tierra. No necesitamos nada más, pero cuando los dos fugados llegan a un punto de no retorno, la estructura se quiebra para recoger el testimonio oral de diversos cuentos y leyendas en torno a los lobos, y llevarnos hasta el tercer y más extenso bloque de film. El film de Comodin se aproxima a un territorio mítico por una puerta trasera (o, como mínimo, lateral), evocando la figura del lobo como fuente de peligro y abstracción. Finalmente, la manera en que el director italiano trabaja su mitología resulta tenue en exceso, sacando más fuerza de los detalles que captura en plano –la afectuosa caricia a un animal, un joven cercando en silencio a una joven mientra se baña en un lago– que de la argamasa conceptual. Gerard Casau

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