Segunda parte de la celebrada Informe general (1976) película recupera la voluntad de fotografiar un momento de cambio histórico en el preciso instante en que se está produciendo: quizás eso explique que hoy la foto que Portabella presenta pueda parecer borrosa, ingenua por momentos, o sencillamente propagandística al decir de algunos. Sin embargo, hay que reconocerle a la película una verdadera voluntad de retratar un cambio que es mucho mas que un simple relevo político, un recambio de caras en los telediarios, y que supone un auténtico terremoto a gran escala y quizás más sordo de lo que parece: un cambio definitivo de la definición del sujeto político. Es por eso que la película se extiende desde el ámbito de la institución museistica, como artefacto decimonónico obligado a repensarse a si mismo y su relación con el mundo, a la politica, los movimientos sociales, e incluso la ciencia. Porque el cambio, tal y como lo sugiere Portabella, es horizontal, transversal y global, y se mueve trazando círculos alrededor de las antiguas estructuras de organización del poder y el pensamiento. Es por eso que la película, que para algunos es deslabazada, recurre de forma inteligente a una cámara que se mueve en círculos, tratando de filmar todos los aspectos de esa nueva realidad. Frente a uno de los primeros planos de la película, un travelling longitudinal, con el que Portabella retrata la mesa del Patronato del Museo Reina Sofía (a la sazón, co-productor de la película) como un espacio de poder vertical copado por la oligarquía, los poderes fácticos, económicos, del antiguo orden, el movimiento que define eso que está por definir es es giro circular que trata de abarcar y entender, de integrar, y acabar con las viejas dicotomías dentro-fuera, arriba-abajo, instituciones vs. ciudadanía, público vs. común, e incluso viejo-nuevo. GdPA

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