Presentada dentro de la sección Orizzonti del último Festival de Venecia, donde obtuvo el premio FIFRESCI y el Bisato d’Oro, el tercer largometraje del director argentino Gastón Solnicki hace referencia en su título en húngaro a Barba Azul y a la ópera El castillo de Barba Azul (1911), de Béla Bartók. Sin dejar de lado el documental, género por el que había transitado con anterioridad, el cineasta se sumerge en la ficción con su particular estilo rayano en la ensoñación para contar una historia que transcurre entre el verano en Punta del Este, donde los jóvenes disfrutan del tiempo libre y de los espacios abiertos, ajenos a cualquier tipo de preocupaciones; y escenarios urbanos de la capital argentina, que funcionan como contrapesa por su falta de ligereza y su peso sobre los personajes. Entre ambos territorios se van entretejiendo las historias de este film coral con marcado acento femenino, que pone su miraa en los conflictos generacionales con aroma de cuento (sin hadas) como el de Perrault que sirvió a Bartok como guía para construir su ópera. Todo filmado sin movimientos de cámara, dejando que los personajes se muestren tal y cómo son frente a la lente de la cámara que absorbe sus existencias. FB

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