Un día después del estreno mundial de Esa sensación en el Festival de Rotterdam, se presentó otra aproximación a la alienación del individuo moderno a través del absurdo. Nos referimos a Motel Mist, la única película asiática que participa en la competición Hivos Tiger Award. Si bien es cierto que la puesta en escena simbólica de la alienación parece ser la temática que sobresale en el programa de la sección Bright Future, ninguno de los films visionados hasta hoy coinciden en su forma de representación. En el caso de Motel Mist, Prabda Yoon, director y célebre escritor tailandés, idea un relato de ciencia ficción de tintes apocalípticos para camuflar su denuncia sobre el estado de letargo en el que se encuentra su pueblo, golpeado por una dictadura militar.
Como muchos lectores habrán advertido, Motel Mist tiene el mismo argumento que Cemetery of Splendour. Además, la película de Yoon cuenta con el fiel montador de Apichatpong Weerasethakul: Lee Chatametikool (colaboración que explicaría que ambos films tengan un sentido del ritmo tan similar). No obstante, en la ópera prima del guionista habitual de Pimpaka Towira y Pen-Ek Ratanaruang no hallamos ni fantasmas de eras pasadas, ni diosas encarnadas en bellas mujeres, ni los soldados narcoplépticos del último film de Apichatpong. Los cinco protagonistas de Motel Mist son seres patéticos que recurren a distintas formas de alienación para sobrellevar su fútil existencia. Así, un maníaco sexual fetichista, el empleado voyeur de un motel, un actor famoso que cree estar en contacto con los extraterrestres, una menor de edad que se dedica a la prostitución y su mejor amiga coincidirán en el Motel Mistress de Bangkok (el único escenario donde se desarrolla la trama).
Entre un torrente de escenas bizarras –batallas de consoladores disputadas por las colegiadas, el noticiario revelando nuevos datos sobre la fuga de una celebrity o los intentos del desaparecido por comunicarse con el más allá– hallamos oculta la crítica socio-política. Un espíritu de denuncia que solo se muestra de forma explícita cuando dos de los personajes discuten acerca de lo que significa ser un “buen ciudadano” en la Tailandia contemporánea, momento en el que se hace referencia a la vida en Corea del Norte. Puede que la represión política y la censura artística que asolan Tailandia no lleguen al extremo de lo que actualmente está sucediendo en Corea del Norte. Sin embargo, cada día se encuentran un poco más cerca. En este sentido, el sexo fetichista, la obsesión por las nuevas tecnologías, el voyerismo, o la creencia en los extraterrestres que observamos en Motel Mist son sólo un parche para negar el punto de no retorno al que se dirige la sociedad tailandesa. Como dirá una de las chicas del film: “ningún filtro de Instagram podrá salvarnos”.
Otra figura que destacó durante la tercera jornada del festival fue el director griego Agyris Papadimitropoulos, quien regresó al certamen neerlandés con la inclasificable Suntan. El autor –que ya había participado en la competición Hivos Tiger Award con su segundo largometraje, Wasted Youth (codirigido junto a Jan Vogel)– sorprendió, esta vez, con un macabro thriller psicológico disfrazado de dulce historia de amor entre una veinteañera y un médico en plena crisis de los cuarenta. Desarrollada en la paradisíaca isla de Antiparos, la ficción narra el encuentro veraniego entre Anna (Elli Triggou) y Kostis (Efthymis Papadimitriou, a quien vimos en L o Chevalier). Al principio, la aparición de Anna transforma la triste y monótona cotidianidad del doctor en una vida llena de excesos. Sin embargo, las cosas no saldrán como el protagonista había imaginado, y ese cambio de planes ocasiona una serie de terroríficas consecuencias. Sin lugar a dudas, el éxito del film proviene de las sorpresas que esconde su espléndido guión, a cargo del director de la polémica A Blast, Syllas Tzoumeikas.