Inspirándose fugazmente en la anécdota del disparo accidental de Manuel Fraga a la hija de Franco, Berlanga compuso un soberbio retrato costumbrista sobre la nobleza a favor del régimen franquista en La escopeta nacional. Este gran hito del cine español fue la primera película que el autor valenciano filmó tras la muerte del generalísimo, esquivando la censura que destruyó la libertad artística de otras obras creadas durante ese periodo. El primer tomo de su trilogía, que seguiría con los largometrajes Patrimonio Nacional y Nacional III, es una sátira sobre la frivolidad y la locura en las altas esferas aristocráticas, condicionada por la mentalidad misógina, hipócrita y poco reprimida de sus miembros. El film está protagonizado por un comerciante catalán (José Sazatornil) que termina en la mansión de un marqués, siendo invitado a una cacería. Mientras transcurran sucesos de lo más esperpénticos en esa finca, el empresario buscará nuevos socios que estén interesados en financiar su visionario negocio del mundo de los porteros automáticos.

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