Tomando como punto de partida el retrato de aquellos que trabajan para que otros se diviertan, los músicos que giran por los pueblos españoles de verbena en verbena, la propuesta de Serret no es solo una investigación sobre el trabajo y los trabajadores, en un momento en que la conciencia social, y el propio acto de trabajar, está en entredicho, desprestigiado y minusvalorado, sino sobre todo una exploración sensorial, emocional, melancólica y social de la potencia del sonido. Pues es justamente el sonido el gran protagonista, por presencia y ausencia, en cámara o fuera de ella, de una película que poco a poco teje un manto con retazos de intimidad, retratos de carreteras, trabajadores y aquellos que se divierten gracias a ellos. En La fiesta de otros, el camino etnográfico opta por el retrato lateral de una manifestación popular: las fiestas de pueblos, no como espacio de socialización sino casi de alienación laboral, a través del retrato de aquellos que trabajan para hacer posible la diversión de “los otros”. GdPA.

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