Un buen musical tiene que tener, necesariamente, un buen número de apertura. Cuando La pequeña tienda de los horrores comienza a tocar sus primeros acordes y suena “Skid Row”, vemos a tres coristas sin personaje propiamente dicho que pasean alrededor de uno de los barrios más degradados de la ciudad. El baile y la música in crescendo son una excusa para presentarnos una urbe sucia, repleta de mendigos y de tiendas sin clientes. Allí se nos presentará a sus dos protagonistas: un pobre huérfano maltratado por su jefe y una naíf vecina tan solitaria como malograda. Ambos cantan y se encuentran… aunque todavía no lo saben. Más adelante, La pequeña tienda de los horrores utilizará la excusa de la planta carnívora del espacio exterior para inscribirse en el género de terror pero, pese a ello, la película nunca deja de ser otra cosa: una especie de reciclaje del musical clásico de Broadway que utiliza los escombros para crear algo nuevo, algo insólito, algo que, como Seymour, llega de repente a un somewhere that´s Green. ER

Programación completa de la sala Phenomena