Ópera prima del británico William Oldroy, Lady Macbeth se basa libremente en un cuento del escritor ruso Nikolái Leskov (que, a su vez, se inspiró en la célebre tragedia de William Shakespeare) y transcurre en la Inglaterra rural de la segunda mitad del siglo XIX. El film gira alrededor de Katherine, una joven de origen humilde casada con un hombre acaudalado que le dobla en edad y que reprime su libertad controlando sus movimientos. La trama, despiadada y cruda, se desarrolla a través de una puesta en escena despojada en la que las pocas estancias del palacete donde transcurre la acción (un comedor, una sala de estar, un dormitorio) se exhiben casi desnudas de objetos y muebles. La austeridad de los interiores ayuda a resaltar el protagonismo de las figuras humanas, que sobresalen en las cuidadas composiciones de Oldroy. La imagen recurrente de Katherine en el centro del encuadre, vestida de azul mientras espera sentada en una posición incómoda e inmóvil la llegada de su marido o de su suegro, expresa la sumisión que estos le imponen. Pronto, sin embargo, asistiremos a una rebelión que dará lugar a nuevos roles en un relato que fluctúa con lucidez entre varias formas de dominación: sexual, de género, clasista, racial. Quizás la película podría haber llegado más lejos en sus conclusiones, pero nos deja un estudio sobre las relaciones de poder fascinante y un planteamiento estético estimulante. Desde ya, el nombre del británico William Oldroy deberá ser tenido en consideración. Carles Matamoros

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