Carlota Moseguí
Un cuarto de siglo después de la desintegración de la URSS, el cineasta ucraniano Sergei Loznitsa revisa un episodio histórico que, ocurrido cuatro meses antes de la caída del sistema soviético, contribuyo indirectamente a su disolución en diciembre de 1991. The Event (Sobytie), presentada Fuera de Competición, es una recopilación de imágenes de archivo sobre los tres días que sucedieron al golpe de estado fallido de agosto de 1991, que pretendía devolver el orden y la firmeza comunista al nuevo gobierno de Boris Yeltsin. Loznitsa descarta documentar el intento de la toma de poder en Moscú y se centra, exclusivamente, en las protestas que provocó este suceso lejano en San Petersburgo –por aquel entonces, Leningrado–.
Casi todas las secuencias de The Event son tomas realizadas en la Plaza del Palacio de San Petersburgo durante la protesta. Tal como ocurría con los manifestantes ucranianos de Maidan, la anterior película de Loznitsa, los inconformistas ciudadanos de San Petersburgo cambiaron el curso de la Historia. En este sentido, Loznitsa propone un juego con el espectador a partir de la palabra ‘evento’. El director fuerza al público a preguntarse cuál fue el verdadero evento que alteró el destino de los habitantes de la URSS. ¿La razón del colapso de la Unión Soviética fue el fracaso de ese golpe de estado o, quizá, las concentraciones multitudinarias donde el gentío habló, por primera vez, tras veinte años de silencio?
Loznitsa sugiere una nueva lectura de los acontecimientos, siempre con la distancia apropiada, sin propaganda, ni manipulación. La única intrusión que se permite Loznitsa (más allá del trabajo de ensamblaje de las imágenes) es la inclusión de El canto de los cisnes, que musicaliza unas imágenes que, a la manera de la vieja escuela soviética, están filmadas con una impecable cámara en mano. La elección de la pieza de Tchaikovski no debe interpretarse como un mero añadido estilístico. Mientras las imágenes de archivo representan la memoria visual, la música escogida es un recuerdo sonoro, pues, durante esos tres días de huelga, las televisiones sólo emitían reposiciones de El canto de los cisnes para mantener desinformada a la población.
Otra maravillosa sorpresa que ha deparado la sexta jornada de la Mostra ha sido el la nueva película de Amos Gitai, presentada a competición. Rabin, the Last Day nos acerca a la figura de Isaac Rabin, el ex Primer Ministro del Estado de Israel asesinado por Yigal Amir en 1995. El director de Ana Arabia retoma la cuestión política (que había dejado atrás en sus últimos films de índole más espiritual, como Tsili o The Book of Amos), transformando la trama de este largometraje –con claras posibilidades de alzarse con el León de Oro– en una admirable elegía por la posibilidad perdida de alcanzar la paz entre Israel y Palestina. Gitai presenta la historia de Rabin como la de un mártir que nunca fue considerado como tal, ya que cierta parte de la población israelí –los radicales e integristas judíos– nunca le perdonaron sus negociaciones con el exlíder palestino, Yasir Arafat.
Es necesario señalar que Rabin, the Last Day no es un documental, sino una ficción fusionada con material de archivo. Las escenas recreadas se dividen en tres partes: los prolegómenos del homicidio, el asesinato y la comisión oficial de investigación que revisó el caso. Sin embargo, los sucesos no están ordenados cronológicamente, sino a través de flashbacks y flashfowards, con lo cual, aportan una visión panorámica y omnisciente a la narración. Rabin, the Last Day denuncia las calumnias e injurias que fueron lanzadas en contra del ganador del Premio Nobel de la Paz, así como la falta de rigor en la investigación judicial, que se topó contra una nube de imprecisiones en las declaraciones de los estamentos policial y médico.