El cineasta camboyano de formación británica, Hong Khaou, debutó en el penúltimo Festival de Sundance con un drama intimista sobre los estragos de la incomunicación. A pesar de construirse sobre un planteamiento radicalmente minimalista –basado en un elenco de cinco actores que comparten plano en los mismos interiores– Lilting es, ante todo, una película ambiciosa e ingeniosa, ideada para abordar la cuestión del aislamiento desde tres hándicaps inextinguibles: el enfrentamiento cultural entre Oriente y Occidente, la negación del luto, y el miedo a ser rechazado a causa de la propia orientación homosexual. La inmigrante china Junn (Pei-Pei Chung) y Richard (Ben Whishaw) –el novio secreto londinense de su hijo fallecido– deben contratar a una intérprete para hablar de la muerte de su ser más querido. No obstante, en esos improvisados encuentros no sólo comentarán el trágico accidente de Kai; también destruirán las fronteras entre dos continentes; entre tradición y modernidad; entre heterosexualidad y homosexualidad.

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