Por David San Juan Bayón

Durante sus doce ediciones, el BAFF (Barcelona Asian Film Festival) fue el referente para el público barcelonés que quería acercarse a la siempre estimulante cinematografía del continente asiático. El hueco dejado desde su última edición, en 2010, fue cubierto en parte cuando tomó su relevo el CAFW (Casa Asia Film Week), al que ahora se le suma la siempre sana competencia del Lychee Film Festival, centrado en la producción procedente de China. La primera edición del festival se ha centrado en dos ejes temáticos fundamentales: por un lado, el cine de artes marciales Wu Xia, con la destacada presencia del director y guionista Xu Haofeng (coautor del libreto del The Grandmaster de Wong Kar-Wai), y por otro, una selección del cine chino comercial y de autor más reseñable de los últimos años, con gran presencia de títulos galardonados en el Festival de Cine de Taipei.

El viernes se daba el gong inaugural de la primera edición del Lychee Film Festival con una jornada de apertura en la sala Phenomena que incluía la proyección de El maestro (2015) de Xu Haofeng. En la película, un gran luchador, último reducto del estilo Wing Chun, llega en la década de los 30 a la gran ciudad de Tianjin con la intención de abrir su propio dojo y honrar así su tradicional modo de lucha. Para ello deberá derrotar a ocho de los diecinueve dojos que en ese momento dominan la ciudad, pero los líderes de estos tratarán de impedirlo a toda costa para evitar el deshonor que ello supondría. La película cuenta con unos espléndidos valores de producción, destacando una fotografía que apuesta por una paleta cromática llena de colores cálidos y verdosos, dotando de elegancia las escenas. Las coreografías de lucha huyen de las estridencias de otras películas Wuxia y Xu Haofeng opta por acercarse a los personajes mientras estos combaten estilizadamente. El problema es que la carga cinética de las escenas de acción parece arrastrar al resto de la película, que deviene algo monótona y críptica: es fácil perder el hilo entre tramas, traiciones y personajes que aparecen y desaparecen constantemente.

El sábado las proyecciones se trasladaron a los Cinemes Texas, donde se mantuvo una buena respuesta del público con una holgada afluencia. No era para menos, la primera proyección de la tarde fue Blind Massage (2014) de Lou Ye, uno de los grandes exponentes de sexta generación del cine chino. La película sigue a un grupo de jóvenes ciegos que trabajan y conviven en un centro de masajes de la ciudad de Nankín. Pero sobre todo, es una película donde los sentimientos se liberan para volar alto. A ratos cruda y angustiante, a ratos de una belleza arrebatadora, y siempre imaginativa en su juego visual entre luz y penumbra, Blind Massage se vuelca emocionalmente con los protagonistas de la historia, algo que consigue deteniéndose en sus rostros y gestos, con un estilo documental que capta esa dificultad que tenemos las personas, invidentes o no, para sobreponernos a las pasiones cuando estas nos desbordan.

La primera proyección de una obra con más tirón comercial llegó el domingo en los Texas con Chongquing Hot Pot (2016) de Yang Qing. En ella, tres amigos encuentran un pasaje a una cámara acorazada, lo que los arroja a una violenta escalada de peripecias mientras deciden si robar o no un botín. El ritmo de la obra es trepidante y no decae, incluso se mantiene durante un final algo dilatado; sin embargo, ciertas situaciones se van encadenando sin demasiado orden ni concierto, como la anodina trama romántica que emerge a mitad de metraje. Visualmente, la película es impecable, la sensación de humedad y la constante presencia de luces de neón está muy conseguida y otorga un gran carisma a los bajos fondos de Chongquing.

Entre las distintas actividades paralelas, cabe destacar la proyección de la noche del domingo en la terraza de Casa Batlló, que sirvió de marco para una muestra de cinco cortometrajes de distintos estilos la animación. Allí estuvo el director Weng Jie, presentando dos de sus cortos stop-motion, donde aprovechó para departir con los asistentes acerca de las posibilidades y restricciones de la animación tradicional. También hubo una conversación con directores el lunes en el hotel Omm, donde Xu Haofeng, Wang Hongwei y la catalana Isabel Coixet expusieron su particular visión de la industria. Esta serie de ponencias, inscrita como Lychee Talks, culminó con la proyección de Los hedonistas (2016) de Jia Zhangke (Un toque de violencia, Más allá de las montañas), donde el director continúa con sus inquietudes habituales, experimentando en este cortometraje con la realización a través de drones, siguiendo a tres trabajadores en sus desvelos por encontrar un nuevo empleo al cerrar la explotación minera donde trabajaban.

Ya superado el ecuador del festival, las jornadas que se presentan por delante son de lo más prometedoras, con títulos como Kaili Blues de Gan Bi, En lo más hondo del corazón de Xin Yukun o A Touch of Zen de King Hu.