Película de indudable valor documenta sobre el proceso político que llevó a Ada Colau de la lucha callejera a la alcaldía de Barcelona, Metamorphosis tiene la indudable virtud de haber sabido elegir una protagonista carismática, anónima, y haberla filmado durante meses, en sus altibajos, en sus crisis, en sus problemas. Sin embargo algunas decisiones formales lastran la película, especialmente en sus primeros tramos: el retrato de esa nueva forma de hacer política y pensar la ciudadanía y las instituciones se hace a través de una de las formas más reaccionarias posibles, la del video musical, con un montaje rítmico, y una estética excesivamente deudora de la publicidad y el video de MTV. Formas viejas para ideas nuevas. Ese montaje acelerado, esa estética de imágenes cool, desenfocadas, vacuas, juega en contra del relato de la propia película, que por momentos no se atreve a respetar aquello que está filmando: una de las primeras reuniones en el nuevo local que el partido estrena en Barcelona, en la que se informa a los vecinos interesados en participar del proceso de constitución, se monta como una suerte de video musical, con imágenes nocturnas de Barcelona, con las discusiones en off sobre el picoteo visual. Y no deja de ser contradictorio que una película que retrata lo que en esencia es un proceso de debate, charla, pensamiento y crítica, no se atreva (del todo) a filmar sin interrupciones la materia prima de su propia película: la palabra. La presentación en Matadero irá acompañada de un coloquio con la protagonista. GdPA

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