Juan (Alberto Closas) se enciende un cigarro con los fósforos nada más ver marchar a María José (Lucía Bosé), la amante que acaba de atropellar a un ciclista y se ha dado a la fuga. Hemos visto que se quieren porque se encubren, pero es él el que se queda solo en el plano y es él quién cae bajo el peso del siguiente corte: un beso alargado en el tiempo en el que María José quiere con una locura -tal vez artificial pero contundente- a Miguel (Otello Toso), su marido. Las primeras secuencias de la película quedan así unidas precisamente por la desunión; y Muerte de un ciclista habla de la moralidad, del franquismo, de la culpa y de las clases sociales, pero habla sobre todo de una red, de los tentáculos que salen de una pareja y de cómo las acciones de unos repercuten en los otros. Lo hace desde el texto, pero sí por algo destaca la película de Bardem es por su extremo cuidado a la hora de tener en cuenta la sala de montaje a la hora de construir el discurso. Muerte de un ciclista es una de esas obras prácticamente perfectas donde el cine español supo entrar en el género tanto desde la técnica como desde el escenario. El centro Azkuna de Bilbao dedica estos días un ciclo al director que se inicia con ésta, la que suele ser considerada su obra cumbre. ER

Programación completa del Azkuna Zentroa