El cineasta alemán Alexander Kluge abordó en 2008 uno de los proyectos más ambiciosos y complejos de la historia del cine, siguiendo uno de los proyectos inacabados de Sergei Einsteien: rodar una adaptación cinematográfica de la obra clave del socialismo y el comunismo, El Capital, del filosofo y economista prusiano Karl Marx. A lo largo de nueve horas, Kluge va mucho más allá de una ilustración de la teoría comunista, para sumergirse en un laberinto histórico y cinematográfico, y la película se plantea como un amplio archivo transversal que contiene el cine dentro del cine, las imágenes de historia y catástrofe del s.XX, fragmentos de ópera, entrevistas a distintos pensadores (Peter Sloterdijk, Oskar Negt, Hans Magnus Enzensberger…), ficciones interpretadas, esfuerzos pedagógicos o textos y fragmentos de discurso proyectados entre las imágenes. Así, con una práctica cercana al cine en su propia disolución, basada en el fragmento y en el ensamblaje, Kluge vuelve paradójicamente a afirmar el cine. GdPA

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