Galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1984, además de alzarse con el premio FIPRESCI de la crítica internacional, y el premio del jurado ecuménico, quizás sea la mejor película del cineasta alemán Wim Wenders. Protagonizada por una Natasha Kinski en plena forma como actriz, y con guión del novelista Sam Shepard, que fue quien sentó la base de esta historia que bebe del desarraigo propio del medio oeste norteamericano, y que engarza con esa larga tradición de obras que tienen en la carretera norteamericana, en el deambular sin fin, en la constante, e infructuosa, búsqueda de un hogar, un motivo central. Concebida como una suerte de western contemporáneo, con su propia y singular versión de duelo incluido, en la célebre escena del club de strip-tease, Paris Texas sigue siendo hoy una de las obras centrales del paso de la modernidad a la post-modernidad cinematográfica. Gonzalo de Pedro Amatria

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