Termina el ciclo del Festival Márgenes, organizado junto con La casa encendida y la Embajada Argentina, con una de las películas más insólitas de un cineasta de por sí insolóito: después de una larga trayectoria dedicada a explorar los estratos sociales que permanecen fuera del foco del cine tradicional argentino, y a hacerlo con estrategias cercanas a la autorrepresentación, a la auto-etnografía, y a través de formulas de trabajo en cooperativa, Campusano se acerca con esta película a la burguesía bonaerense. Como si hubiera girado la cámara y pusiera el foco en aquello que siempre estuvo fuera de su cine, la propia burguesía, que parecía aplaudir tibiamente sus películas, entendiendolas como un divertimento, se sintió de alguna forma ultrajada por el retrato feroz que Campusano hace de sus perversiones sexuales, a juzgar por el tibio recibimiento que la película tuvo en el BAFICI, donde fue presentada. Sin embargo, Placer y martirio es una obra perfectamente coherente en el marco de una obra marcada por la incoherencia en la libertad total. En palabras del crítico argentino Quintín: “Uno de los pocos directores que le brindan a los profesionales y a los espectadores la oportunidad de ampliar sus ideas sobre los grados de libertad que aún se permite el cine, de encontrar caminos nuevos y placeres inusuales. Lo peor que tienen los necios es que rechazan las oportunidades de aprender. Se pierden el placer y merecen el martirio de sus prejuicios”. GdPA

Programación completa de La casa encendida.