(Imagen de cabecera: Sara Gómez, en el final de Salut, les copains de Agnés Varda)

Violeta Kovacsics

“Cuba, enero de 1963”. Así comienza Salut, les cubains, el homenaje que Agnés Varda dedicó a la revolución y al pueblo cubano. Aquella película se componía de una serie de retratos en los que la directora de Cleo de 5 a 7 se fijaba en los gestos, los rostros y la presencia de diversas personas, desde figuras anónimas a personalidades del ámbito del arte, como el escritor Alejo Carpentier o la cineasta Sara Gómez, a quien la voz en off de Varda describía como “una joven que dirige películas educativas”. Tras esta presentación, Varda anunciaba que la joven cineasta se disponía a bailar el chachachá. Y ahí está Sarita Gómez, al final de Salut, les cubains, en una serie de imágenes que se van congelando, realzando así los gestos: ella baila, ríe, mira a cámara.

En aquella película, Gómez asistió en la dirección a Varda. Debía tener unos veintiún años. Estudiaba en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), fundando en 1959, tan solo tres meses después de la llegada de Castro al poder. Entonces se veía en el cine la herramienta propicia para apuntalar la transmisión ideológica de los principios de la revolución (nada nuevo, por otro lado, pues muchas cinematografías han crecido a partir de postulados similares). A lo largo de los sesenta y parte de la siguiente década, Gómez realizó diversos cortos documentales, hasta que a mediados de los setenta dirigió De cierta manera, su primer largo de “ficción” (veremos cómo en verdad es un híbrido con el documental) y el primer largo del ICAIC dirigido por una mujer afrocubana. Gómez murió a los treinta y un años, justo antes de terminar el montaje de De cierta manera, y la película la finalizaron Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa. 

De cierta manera comienza con el personaje de Mario, confrontado por sus compañeros obreros, que le echan en cara que ha estado procrastinando, perdiendo el tiempo con una mujer. La escena se inicia con un tono casi documental, pero cuando emerge el conflicto lo hace también la ficción. Entre estos dos polos, el de la ficción y el documental, se mueve la película, que, a continuación, y mediante una voz en off, va relatando las condiciones de vida de los barrios marginales de Cuba y los desarrollos en el ámbito de la educación y de la construcción que se han llevado a cabo con la revolución.

“De cierta manera” de Sara Gómez.

“Yo soy graduada, entonces llegar aquí y encontrare con todo esto, es un mundo muy extraño, que no conocía y que pensé que ya no existía”. Así se expresa Yolanda ante unos reporteros. Ha empezado a trabajar en una escuela de Las Yaguas, un barrio cuyas tradiciones siguen arraigadas más allá del desarrollo. Ahí conoce a Mario. Y se enamoran. Los efectos de la revolución se expresan así a través de los afectos: la relación entre Mario, el obrero, y Yolanda, la maestra, se somete a las tensiones de un contexto en el que predominan las diferencias de clase, de raza y de género. A lo largo de la película, no solo va emergiendo un machismo intrínseco, sino también las tradiciones afrocubanas; todo esto en un contexto de profunda transformación social.

Como en Salut, les cubains, De cierta manera se entreteje a partir del retrato, como el de Guillermo, un boxeador convertido en músico que Gómez introduce como si fuera un paréntesis en la narración. Es una digresión preciosa dentro de una película capaz de ir hacia afuera (el retrato de un paisaje y del contexto sociopolítico) y hacia adentro (los momentos de intimidad entre Yolanda y Mario, que en la cama le confiesa a su amada que a menudo tiene miedo).

En 1970, en una publicación titulada Los documentalistas y sus conceptos, Sara Gómez escribía: “Para muchos de nosotros la vocación de cineastas nos nació con la de revolucionarios y ambos oficios han llegado a construirse como inseparables”. Este postulado define perfectamente De cierta manera, una película sobre el amor y la conciencia política, entre la ficción y el documental, entre la vocación fílmica y la revolucionaria.

Sesión de Xcèntric dedicada a Sara Gómez