Presentada en la sección Cineastas del presente del Festival de Locarno en 2015, Siembra es una buena muestra del renacer del cine colombiano, fruto, en parte, de unas decididas políticas de promoción pública que entienden el cine como un elemento de construcción y promoción. Con una trama que recuerda ligeramente a ese título clave del cine latinoamericano de los últimos años que es La Teta asustada (la búsqueda del lugar donde enterrar al ser querido, en este caso a un hijo, y el trayecto por la ciudad como escenario del desarraigo) Siembra se convierte, en palabras de Carlota Moseguí, en “una experiencia inolvidable gracias a sus intermitentes estallidos musicales. Acompañamientos (primitivos o modernos) que decoran un film centrado en la puesta en escena de repetitivos rituales ancestrales: cánticos litúrgicos de funerales u otras celebraciones, el hip hop que marca el ritmo de las batallas callejeras y la cumbia que bailan los nostálgicos en los salones. El contraste entre la modernidad y las tradiciones milenarias es la esencia de esta trágica historia”. GdPA

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