Cuando esta película se presentó en el Festival de Venecia, la prensa se dividió en dos bandos, algo que, por otra parte, no sorprende llevando la firma de Harmony Korine. En un frente se situaron aquellos que criticaron sus excesos, sus salidas de todo, la falta de posicionamientos morales y la fuerza bruta de sus imágenes. Justo enfrente, los que apreciaban que todos estos reproches eran, en realidad, las grandes virtudes que convertían a este film en una verdadera (y distinta) experiencia audiovisual. Spring Breakers es una película de estética pop y de espíritu irreverentemente punk. Korine convierte a dos musas de adolescentes como Vanessa Hudgens y Selena Gómez, iconos de la estética del Club Disney, en dos de las cuatro protagonistas de un ‘road trip’ salvaje que tiene como fin de trayecto alcanzar el gran desfase de participar en las Spring Breakers: las fiestas de primavera que celebran los jóvenes en EEUU. Además de documentar la juerga, y de hacerlo realmente bien, Korine propone un hilo argumental de thriller que le permite seguir mostrando todo el tiempo sexo y drogas en pantalla y convertir a James Franco en un psicópata matón de esos de manual. Fernando Bernal

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