En el primer baño que el personaje de Michelle Williams se da en Take This Waltz se queja porque la ducha sigue estropeada y siempre le sale un chorro de agua helada. En el segundo, vemos que su novio (Seth Rogen) le tira desde fuera ese chorro sin que ella se de cuenta. En el tercero, el que ya es su ex novio le muestra que ha sido él el que le echaba el agua fría, y le aclara que pretendía seguir haciéndolo sin decirle nada, hasta que fueran ancianos, porque era una especie de “broma a largo plazo”. Esta secuencia describe bastante bien cuáles son los encantos y las pegas de la película: por un lado tenemos una idea original y hasta conmovedora dentro de un acontecimiento cotidiano, un detalle que define perfectamente el juego de cariños de la pareja protagonista y que lo hace a un nivel de intimidad que no suele quedar retratado en la mayoría de comedias románticas. Por otro, el misterio del agua fría es revelado repetidas veces al espectador, y para que la protagonista se entere de ello su ex novio tiene que pedirle literalmente que vaya a ducharse “porque quiere enseñarle algo”. Éste es un filme que sabe perfectamente que lo que mejor define a una pareja son los vínculos estúpidos y chistes privados que se han ido formando a lo largo de los años, pero que, al mismo tiempo, no se conforma con usarlos como contexto. En cualquier caso, Sarah Polley es una de las directoras más interesantes del panorama actual: Take This Waltz, que tuvo muy poca suerte en su estreno en España, se sitúa entre su interesante debut en el largometraje con Lejos de ella y su confirmación con la ya plenamente magnífica Stories we tell. Filmin ofrece la oportunidad de recuperarla. ER

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