Jafar Panahi sigue buscando estrategias para saltarse la censura que le prohibe rodar películas desde 2010. Tras el éxito de Esto no es una película (2011), con la que el director iraní ponía en escena su propio encierro domiciliario para rodar una no-película en secreto, y Closed Curtain, rodada también en clandestinidad, se ha atrevido con Taxi Teherán, presentada en la pasada edición del Festival de Berlín, donde se alzó con el Oso de Oro, y en la que Panahi toma el papel de un conductor de un taxi por las calles de Teherán. En el salpicadero del coche, Panahi colocó una cámara, y es ella quien registra las conversaciones con los muy diversos pasajeros que se van subiendo al taxi. En lo que ya parece una trilogía sobre el encierro y la censura, Panahi replica el encierro al que está sometido convirtiéndolo en protagonista y dispositivo, en detonante y metáfora: el espacio del taxi, del que no puede salir, sirve de caja de resonancia para todo un país. GdPA

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