Pese a ser una de las películas a priori favoritas de la última edición del Festival de cine de Sitges, The Wailing tuvo que conformarse únicamente con un hueco en el palmarés en la categoría de mejor fotografía. Dirigida por Na Hong-jin, que hace unos años se llevó el galardón a mejor director en ese mismo festival por The yellow sea, The wailing es un thriller que comienza haciendo gala de un gran sentido del humor idiota para acabar derivando en una película cien por cien de terror. Diablos, zombies, fantasmas y hasta vampiros aparecen en una cinta que usa todos esos elementos y los usa todos bien: da la sensación de que más que partir de los mismos, The Wailing se esfuerza por incluirlos como detalles donde el objetivo pasa más por la pequeña vuelta de tuerca al referente que por el cocktail de ingredientes variados. La historia se desarrolla en una aldea coreana donde la aparición de un extraño visitante japonés coincide con una serie de crueles asesinatos, y uno de los policías del pueblo se verá obligado a investigar y resolver los casos al intuir que su hija pequeña está siendo afectada por esa locura demoniaca que está (a)trayendo la violencia a su entorno. The Wailing no tiene un libreto perfecto e incluso abusa de un par de trampas de guión, pero funciona de manera perfecta como un tren de la bruja donde el relato siempre sorprende, más que por un dominio del viaje, por un control absoluto de todo aquello que se esconde tras las esquinas. ER 

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