Según anunció ayer el Parlamento Europeo, Toni Erdmann de la directora alemana Maren Ade –uno de los fenómenos del año en el marco del cine de autor– es la ganadora del Premio Lux 2016. Esta comedia dramática, en la que un padre intenta reconectar con su hija en tragicómicas circunstancias, se impuso en la votación final a As I Open My Eyes de Leyla Bouzid y La vida de calabacín de Claude Barras. Así, Toni Erdmann suma el galardón que entrega anualmente la Eurocámara a la película europea que mejor ilustra aspectos relevantes de la realidad social y política de Europa, así como la diversidad y riqueza de las tradiciones europeas.

Tras su estreno en el pasado Festival de Cannes, Toni Erdmann ha dejado una estela de elogios que se han traducido en importantes distinciones: el Gran Premio FIPRESCI 2016, el Premio del Público del Festival de Sevilla, 6 nominaciones a los Premios del Cine Europeo o la selección para representar a Alemania para los premios Oscar 2016.

Como escribió Gerard Casau en su crítica para Otros Cines Europa, “en un primer momento, podemos creer que en Toni Erdmann llueve sobre mojado: vemos la desconexión entre un hombre, Winfried (Peter Simonischek), y su hija Ines (Sandra Hüller). Él es un bromista incorregible y ella una mujer severa con una estresante vida laboral en Bucarest. Cuando él decide ir a visitarla por sorpresa, intuimos que se masca la reconciliación en un futuro no muy lejano. Pero en el momento en que Winfried se disfraza con una dentadura ridícula y un pelucón, inventándose la identidad de Toni Erdmann, todos los esquemas se vienen abajo. Resulta muy hermoso cuando una película pega un salto absolutamente inesperado tras haberse tomado su tiempo para prepararse (y prepararnos). Y eso es exactamente lo que presenciamos cuando Winfried/Toni decide infiltrarse en la vida profesional de Ines. A partir de ese momento, Toni Erdmann queda en manos de un bufón que asalta la lógica del capitalismo. Sin embargo, Ade no plantea las secuencias como algo intrínsecamente cómico, sino que opta por saltarse cualquier manual hipotético del buen cine cómico, y sus normativas de marcar con metrónomo las carcajadas”.

“Quizá Toni Erdmann no sea realmente una comedia, sino una película protagonizada por un tipo que ha decidido tomarse la vida como una comedia, sin preocuparse de que esta le siga la corriente”, preseguía Casau. “Con toda la formidable organicidad del film, quizá la película reciente que con más libertad maneja los códigos del humor, Maren Ade sabe perfectamente cómo construir crescendos de memorable hilaridad: de ello dan fe una insospechada y sentida rendición del Greatest Love of All de Whitney Houston y una climática fiesta de la que no conviene dar muchos detalles y que acaba explicando el sentido del bello y enigmático cartel de la película”.