El último verano es el debut tras las cámaras de Leire Apellaniz, pero no así su debut frente a un proyector. Apellaniz, que tiene una trayectoria plagada de experiencia en los departamentos de producción de cine y diversos festivales, también se encargó durante varios años de viajar por la península con un cine de verano. Allí conoció a Miguel Ángel, un protagonista que ha dedicado toda su vida a las proyecciones estivales y que es la excusa que le permite hablar del fin de un estilo de vida donde el digital y el celuloide, desgraciadamente, no son compañeros de viaje. El último verano se convierte así en un periplo observacional donde el carisma de Miguel Ángel inunda el relato pero no así el discurso. Apellaniz no subraya (no hay entrevistas, no hay banda sonora) porque los elementos hablan por si solos. Tal y como aseguraba la directora, “para mí era muy importante retratar un espíritu y una forma de vida. El mundo del cine y las proyecciones me ha servido de escenario para hablar de otras cosas: cómo afrontamos la vida, nuestra relación con la tecnología, qué cosas van quedando por el camino cuando el mundo avanza”. El último verano ha podido verse en el Festival Cinematográfico de Uruguay, el Bafici de Buenos Aires, Karlovy Vary y la última edición del festival de cine europeo de Sevilla. ER

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