Primer largometraje del director sueco Roy Andersson y uno de los debuts más visualmente arrebatadores de la historia del cine, la primera película de Andersson permitía admirar ya la obsesión por la composición casi matemática de los planos, y esa mirada al mundo como una especie de casa de juguetes en la que los seres humanos estamos perdidos, sin conocer las normas, ni entender nuestros propios sentimientos, condenados a un deambular sin rumbo. La película cuenta la historia de Parr y Annika dos adolescentes de quince años que se enamoran (como sólo se pueden enamorar dos personajes en una película de Andersson). Gestos, miradas, acciones, miedos, llantos y encuentros, mientras los mayores observan y protagonizan también su particular historia del desencanto. Gonzalo de Pedro Amatria

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