Violeta Kovacsics

Whit Stillman ha encontrado la horma de su zapato. O, para ser más precisos, Jane Austen ha encontrado un director que captura con pasmosa naturalidad su universo. Stillman adapta a Austen en Amor y amistad, una película llena de diálogo y de comicidad, de la que habla en esta entrevista realizada en el pasado festival de cine de Jerusalén.

Hay algo en Amor y amistad que me interesa especialmente, y que está presente en todas tus películas: esa idea del diálogo como “acción” principal de la película. ¿Cómo haces para otorgar esta importancia al diálogo sin que lo visual pierda valor?

Creo que con esta película y con la serie Cosmopolitans hemos controlado más el uso del diálogo. Si te limitas a adaptar la novela de Jane Austen, verás que se basa esencialmente en monólogos de larga distancia. Hay dos cosas de las que te tienes que preocupar principalmente. La primera es la geografía, porque, cuando escriben las cartas, los personajes están separados. La segunda es convertir estos monólogos en diálogos, y que la narración avance con los diálogos. Creo que el diálogo no funciona en el cine cuando no está contando una historia. En un encuentro con el público, alguien me preguntó por qué no había mostrado la escena en que Reginald y Lady Susan se prometen. Yo prefiero que haya cosas que el público descubra por si mismo, gracias a los diálogos, en los que hay acción, hay algo que está pasando. Desde el punto de vista de lo dramático, mis escenas favoritas son precisamente las dos escenas entre Reginald y Lady Susan en el salón de ella, y en las que ella está o bien tratando de crear una distancia entre ellos, o rompiendo con él. Hay mucha acción, están pasando muchas cosas en esos momentos.

De hecho, como bien dices, uno de los recursos más importantes de la película es la elipsis.

Sí. En la escena larga de conversación entre Lady Susan y Reginald, ella descubre básicamente que el padre de Reginald goza de muy buena salud, es decir, que tardará en morir, y Reginald tardará en heredar y será pobre aun unos años (ríe). Esto es más importante para ella que cualquier otra cosa.

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En este sentido, ¿puedes hablar un poco de los personajes? Son encantadores, disfrutamos con ellos, pero también son bastante malvados, especialmente la protagonista.

Intenté que alrededor de ella hubiese personajes dulces y virtuosos, así que no todos son malos. Por ejemplo, hay personajes que quieren proteger a la hija de Lady Susan. Y la hija va a la iglesia porque está preocupada por el mandamiento que dice “honrarás a tu padre y a tu madre”. Cuando tu madre es despiadada, ¿cómo puedes honrarla? (ríe). Quise también que Charles Vernon fuese virtuoso, alguien que solo quiere ver el lado positivo de las cosas, para así compensar todo un poco.

¿Hubo un trabajo con los actores en torno a cómo decir el diálogo?

Nunca trabajo con los actores más allá del casting. En las pruebas, encuentras muchos actores que te impresionan, pero solo hay uno que lleva el papel a su cumbre. Una vez logran eso, yo solo quiero ver qué son capaces de ofrecer. Así que preparo el encuadre con el director de fotografía y dejo que el actor haga un ensayo delante de la cámara. Veo sus ideas, su creatividad, y normalmente no hay ningún cambio. Con Tom Bennett, ese fue el caso. Sobre el papel, sus escenas no eran tan divertidas, pero la manera que él tiene de caminar y de hablar, de coger una revista y reír hace que la escena sea absolutamente cómico.

Puedes hablarnos de Sir James Martin, el personaje que interpreta Tom Bennett. Sin duda, es el más cómico de todos, un verdadero descubrimiento.

Escribí toda una novela sobre él. Por contrato, tenía que escribir una novela con motivo de la película. Como me gustó tanto el personaje, quería más Tom Bennett, quería más James Martin, así que imaginé que el sobrino de Sir James escribe un libro, reivindicando la figura de su tío. Lo que hace en la novela es defender a Sir James y a Lady Susan de Jane Austen. El libro se publicará en varios países.

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Sin embargo, en la novela de Austen, este personaje no tiene esta relevancia.

El problema de la novela es que si un personaje no escribe una carta, no existe completamente. A James Martin apenas lo describen en algún momento, como alguien muy tonto, que ríe demasiado, que se presenta en Churchill, la casa de los Vernon, de manera inapropiada, inventado cualquier excusa. No se dice mucho más de él.

¿Como definirías el humor que hay en la novela, y también en la película?

El humor ya está en la novela. Es muy divertida y estilizada. Aun no hay el tono realista en el que Austen se adentraría más adelante. En la película sí que hay un elemento cómico de los actores británicos que es algo distinto al tono de Austen, y que tiene algo del estilo de P. G. Wodehouse, por ejemplo.

En Metropolitan y Damiselas en apuros, los personajes suelen hablar de literatura, del pasado. A la protagonista de Damiselas en apuros, por ejemplo, le gusta el charleston, un estilo de baile antiguo. Hay un punto nostálgico. Incluso en The Last Days of Disco había este tono nostálgico. En cambio, en Amor y amistad, la nostalgia desaparece.

Creo que a todos los que disfrutábamos de la música disco nos gustaba porque nos devolvía al pasado, a la vida social del pasado. Creo que hay cosas que no necesitan promoción. La idea de lo moderno, lo contemporáneo, lo inmediato, siempre necesita publicidad. Sin embargo, no vivimos únicamente en lo nuevo, sino que traemos con nosotros el pasado de nuestros padres, por ejemplo. Todo esto está en nosotros. La gente me dice que debo ser muy infeliz porque no vivo en el presente, y yo respondo que no quiero vivir únicamente en el presente, sino que vivo también un poco en el pasado. No estamos tan desconectados de la época de las novelas de Jane Austen. Muchas de aquellas ideas, pensamientos y sentimientos siguen con nosotros. Lo que no nos gusta de los victorianos es precisamente que se consideraban los mejores, que eran los más civilizados, que, para ellos, todo lo anterior era vergonzoso y primitivo. Hay algo de verdad en esto, eran muy avanzados, pero esta arrogancia no me interesa.

Creo que hay algo muy propio de la obra de Jane Austen que también está muy presente en tu cine, que es esta relevancia que tiene la figura de la mujer. En Amor y amistad, por ejemplo, podríamos decir que los hombres apenas deciden.

Me sorprendió mucho cuando alguien me dijo que Lady Susan ya no existe. Pasé un tiempo en Palm Beach y pensé que ahí está lleno de Ladies Susan, de mujeres que se casan con hombres ricos. Mis amigos me contaban que sus madres, que vivieron antes del movimiento feminista, eran completamente manipuladoras. Es decir, que esas mujeres sí existieron.