Tras avasallarnos con el inmenso documental Homeland (Iraq Year Zero), Abbas Fahdel parece darse un descanso de la no-ficción. La irrenunciable gravedad en la que se movía aquel “antes y después” de la invasión americana de su país natal, da paso en Yara a una exploración de la joie de vivre impregnada de resonante humanismo. En un remoto valle de Líbano –antaño rica, prolífica y abundante morada de una minoría cristiana–, campa a sus anchas la chiquilla que da nombre al film. Una joven que vive con su abuela, y que ocupa sus días entre juegos varios y el cuidado de un rebaño de cabras. Lo atípico del estudio etnográfico adquiere tintes de coming of age, condicionado por las necesidades del cuerpo, y no por los tics dramáticos de la ficción. Prohibidas esas notas de piano de fondo que enfaticen el dolor; la única banda sonora posible aquí es la del sonido ambiente. Otro estímulo sensorial que despierta las ganas de reconciliarnos con tiempos más sencillos. Víctor Esquirol

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