En la lista de las cien mejores películas del siglo XXI que publicó la BBC en el año 2016, tres películas asiáticas ocupaban posiciones entre las diez primeras: la hongkonesa Deseando amar en el segundo puesto, la japonesa El viaje de Chihiro en el cuarto y la taiwanesa Yi Yi en el octavo. A diferencia de las dos primeras, Yi Yi no consiguió una relevancia cultural tan pronunciada en el momento de su estreno. La (última) película de Edward Yang ganó el premio a mejor director en el festival de cine de Cannes 2010, pero su paso por las carteleras fue mucho más rápido y menos (aparentemente) influyente que el de las otras dos —tal vez debido a sus tres horas de duración, tal vez debido a su fijación por retratar el aquí y ahora—. Yang, que formaba parte de la nueva ola taiwanesa junto a cineastas como Hou Hsiao-Hsien o Tsai Ming-Liang, cuenta aquí la épica historia de una familia a través de diferentes perspectivas. Sin salir de un entorno urbano, Yi Yi es una película que va calando poco a poco, una obra absolutamente carismática que se torna en una sublime celebración de la normalidad. Endika Rey

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