El director catalán Albert Serra recibió ayer en París el Premio Jean Vigo 2016 del largometraje por su última película, La mort de Louis XIV, estrenada con gran éxito de crítica el pasado mes de mayo en una de las secciones oficiales del Festival de Cannes. Serra ha sido celebrado por los doce miembros del jurado Jean Vigo «por su manera singular de filmar la historia» y por sus películas «a la vez suntuosas y desenvueltas que hacen de él un cineasta único». El director de Honor de cavalleria, El cant del ocells e Història de la meva mort ha compartido el palmarés con el director y productor francés Paul Vecchiali, Premio Jean Vigo de Honor «por su obra independiente y singular, que ha marcado e influido durante más de medio siglo de cine francés», y el también francés Vincent Le Port, distinguido por su cortometraje Le Gouffre.
El Premio Jean Vigo fue creado en Francia en 1951 para honrar la memoria del cineasta francés Jean Vigo, autor de A propósito de Niza o L’Atalante. Desde entonces, el premio reconoce la labor de un joven cineasta y celebra en particular la independencia de espíritu, la calidad y la originalidad de los autores. Entre otros, han recibido ese premio directores como Jean-Luc Godard por Al final de la escapada, Alain Resnais y Chris Marker por el corto Les statues meurent aussi, Maurice Pialat por L’Enfance nue, Philippe Garrel por L’Enfant secret, Olivier Assayas por Paris s’éveille o Alain Guiraudie por Ce vieux rêve qui bouge.
Durante el pasado Festival de Cannes, Gerard Casau escribió lo siguiente acerca de La mort de Louis XIV para Otros Cines Europa: (en la película) presenciamos la agonía y muerte de Luís XIV; las postrimerías de la de un hombre pero, también, el final del reinado más longevo de la historia de Francia, encarnado en la pantalla por un rostro, el de Jean-Pierre Léaud, que ha envejecido frente a los ojos de distintas generaciones de espectadores, atravesando distintas edades del cine francés, y en el que ya no nos es posible ver al personaje, sino solamente al actor-icono.
Uno de los mayores puntos de interés de La mort de Louis XIV es cómo la cronología histórica de los hechos permite a Serra realizar una maniobra de alejamiento consciente de sus trabajos previos. La primera escena del film muestra al monarca en un jardín para, inmediatamente, encerrarlo (y encerrarse) en el que será su lecho de muerte; despidiendo los espacios abiertos que habían predominado hasta entonces en el cine del director de Banyoles (que solo recuperaremos, brevemente, en un triste plano que observa el campo desde una ventana atravesada por barrotes). (…) El camino mortuorio de La mort de Louis XIV es también el de unas imágenes que se van volviendo puramente físicas, demoliendo el aura mítica para quedarse exclusivamente con el hedor de la carne enferma, reduciendo los iconos a, literalmente, un saco de vísceras, y clausurándose con la sentencia más lapidaria que ha dado el cine de Albert Serra; una frase, “La próxima vez lo haremos mejor”, que interpela tanto a los personajes de la ficción como a los espectadores, devolviéndonos a esa zona ambigua entre las lecturas concretas y el mensaje de ambición universal.