Filmar el instante preciso en que nace el amor es tal vez una de las tareas más injustas y complicadas a las que puede enfrentarse un cineasta. Reflejar cómo ese amor se ha convertido en una cotidianeidad sin por ello haber perdido su significado originario es casi imposible. Mostrar el final, el de la vida y el de la humanidad, siendo tan fiel a la crueldad del marco como a la persistencia en el sentimiento es un milagro. Cuando el viento sopla es un milagro, pero no lo es sólo por ese juego de contrastes donde la muerte convive con la vida, sino también porque consigue el temblor del espectador tanto en el tratamiento de su contenido como en el de la forma. Murakami nos regaló una pequeña pieza de cámara sobre un apocalipsis nuclear que es también una película de animación/stop-motion sobre la importancia del amor, sean cuales sean los trazos del escenario. El fuera de campo y el dentro se mezclan en unos personajes que viven tan ajenos al mundo como intrínsecos a su pequeña casa de campo. This is the way the world ends, not with a bang but a whimper. ER

Programación completa del cine Phenomena