En la pasada edición del Festival de Cannes, el director rumano Corneliu Porumboiu presentó en la sección Un Certain Regard su nuevo largometraje, The Treasure, una suerte de punto y aparte en su obra. Casi una década después de la eclosión de la Nueva Ola rumana, su representante más próximo al cine conceptual abandonaba sus postulados experimentales para abrazar un tono y estilo más próximo al de sus compañeros. Su deseo de aparcar los ensayos teóricos y trabajar una narrativa más ortodoxa sigue siendo un misterio para muchos de sus seguidores; para otros, se trata de una respuesta necesaria a la radicalidad de su anterior film, The Second Game, que llevó al extremo el interés de Porumboiu por un ‘cine de la palabra’.

Desde su ópera prima 12:08 al este de Bucarest –Cámara de Oro de Cannes en 2006– hasta The Second Game, su cuarto largometraje, el cine de Corneliu Porumboiu se ha construido a partir de disputas dialécticas. En este sentido, la oratoria inagotable de sus personajes –igual que el uso de la cámara fija o los planos secuencia– se ha convertido en un rasgo esencial de su obra. En su debut, Porumboiu mostró los conflictos que puede causar la subjetividad a la hora de rememorar un acontecimiento histórico (en este caso, la revolución de 1989); en Police, Adjective exploró la represión del individuo a manos del estado mediante una batalla ética dirimida a través del significado de dos adjetivos; y en When Evening Falls on Bucharest or Metabolism abordó la dificultad de capturar una cierta realidad cinematográfica repitiendo escenas y diálogos hasta la saciedad. En The Second Game, Porumboiu propone una experiencia fílmica que pone bajo sospecha sus propias imágenes a través de un diálogo de noventa y siete minutos entre dos individuos que el espectador jamás llegará a ver.

The Second Game presenta al espectador el registro sonoro de una charla entre el mismo Porumboiu y su padre, Adrian, donde ambos comentan un partido de fútbol entre el Dinamo y el Steaua (los dos equipos más emblemáticos de Bucarest) arbitrado en 1988 por el progenitor del cineasta. La originalidad de esta magnífica cinta radica en las imágenes escogidas para ilustrar dicho coloquio: Porumboiu no se filma a sí mismo junto a su padre frente a las imágenes del partido, sino que sus voces en off se presentan acompañadas de metraje en formato VHS del encuentro futbolístico. De este modo, durante hora y tres cuartos –el tiempo real que duró el partido–, el espectador de The Second Game es invitado a percibir los acuerdos y desajustes entre la superficie del registro histórico (jugadores luchando, sin fuerzas, por el frío y la nieve) y una intrahistoria marcada por la memoria personal: reminiscencias de la dificultad de arbitrar aquel partido, librado un año antes de la revolución rumana, donde competían el equipo seleccionado por el hijo del dictador Nicolae Ceausescu (el Steaua) y el equipo favorito del Ministro de Asuntos Interiores (el Dinamo).

Proyección de “The Second Game” en La casa Encendida.