Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)
1. El juego de ‘atrevimiento o verdad’, durante el botellón que un grupo de estudiantes celebra en una habitación de un hostal en su viaje de fin de estudios, es solo un ejemplo del modo en que Jonás Trueba atrapa la realidad y captura la verdad de la adolescencia en la imprescindible Quién lo impide. Una de las películas del festival y puede que del año.
2. El dispositivo que Laurent Cantet utiliza para hacer visible la caída al abismo social de su protagonista en Arthur Rambo, con tweets sobreimpresionados en la pantalla, que nos recuerdan el ritmo frenético (y también a la estupidez) con el que consumimos la información en redes sociales.
3. El pase para la prensa de Benedetta, un domingo después de comer, se antoja como un acierto de programación para visionar esta película, que, más allá de sus valores narrativos, es un festejo de los excesos en muchos sentidos. El factor sorpresa de la aparición de un dildo celestial y blasfemo se ha perdido ya tras pasar por Cannes, pero la película de Verhoeven contiene otros delirios totalmente reivindicables.
4. La sensación que deja Earwig, de Lucile Hadzihalilovic, de que no hemos entendido nada de la trama que plantea. Y cómo la película va creciendo con el paso de las horas hasta que entendemos que, en realidad, era lo que perseguía la cineasta. Su propuesta apunta hacia otro lugar, así que misión cumplida.
5. Es difícil quedarse con un solo momento de la magistral Benediction. Pero la forma en la que Terence Davis abre el film, invitando al espectador a sumergirse en la historia a través de imágenes de archivo, es una de la elipsis temporales más bellas vistas en mucho tiempo en una pantalla.
6. El claustrofóbico duelo que mantienen Almudena Amor, una de las revelaciones del certamen, y la veterana artista Vera Valdez, “una Rolling Stone de la actuación”. Dos actrices separadas por sesenta años de edad que comparten pantalla en la personal cinta de terror La abuela, que firma Paco Plaza a partir de un guion de Carlos Vermut.
7. La forma en la que el público donostiarra y también la crítica han acogido las dos películas de Ryusuke Hamaguchi que se presentaban dentro de la sección Perlak, La ruleta de la fortuna y la fantasía y Drive my car. Todo apunta a que esto acaba en un romance muy duradero, igual que el que mantiene desde hace años el festival con el cine de Hirokazu Koreeda.
8. Jessica Chastain, irreconocible con su maquillaje y por su transformación física, en el papel real de una telepredicadora evangelista que consiguió construir un imperio económico junto con su marido Jim Bakker en Los ojos de Tammy Faye. Un trabajo que le permite un lucimiento total y la descubre como una gran cantante. Un papel de esos pensados para hacer ojitos, nunca mejor dicho, a los académicos de Hollywood.
9. Las carcajadas en los pases de El buen patrón. Una comedia siempre se agradece dentro de un festival. Muchas veces se trata de paladear un placer culpable, pero en este caso, además, las risas vinieron de una propuesta de humor inteligente. El momento en el que la mujer del protagonista (un Javier Bardem para el que se acaban los adjetivos) le recuerda que para fundar su empresa solo tuvo que ir al notario a firmar unos papeles es antológico.
10.El comienzo de Un pequeño plan… cómo salvar el planeta, de Louis Garrel, con un niño que confiesa a sus padres (unos estupefactos Laetitia Casta y el propio director) que ha vendido todos los objetos de lujo y ropa que tienen en casa a través de Internet. Y que también lo han hecho cientos de niños alrededor del mundo. Es un momento simplemente delicioso, dentro una película que luego no cumple con esas expectativas tan altas que apunta la secuencia.
+1.Un momento que se ha repetido todos los días de la semana. Con mascarillas, distancia de seguridad, asientos asignados y todo lo que haga falta, el festival ha sacado adelante con éxito (y con una programación en la sección oficial de nivel alto) la segunda edición de la era Covid. No hay que dejar de ir a los cines.