Planteada como un híbrido de sátira del mundo del cine y terror gore, Corten! se presenta como un remake de la frenética e inspirada película japonesa de 2017 One Cut of The Dead de Shinichirô Ueda, en la que el rodaje de un film de terror de bajo presupuesto se veía golpeado por el estallido de una invasión zombi. El film de Ueda bebía de una fértil tradición de comedias que han sabido exaltar la pasión cinéfila que suele alentar el trabajo de los cineastas de serie B… o Z: películas como la romántica Ed Wood de Tim Burton o la salvaje Why Don’t You Play in Hell de Sion Sono. Por su parte, Michel Hazanavicius no renuncia a todo ese legado de obras que han presentado el arte cinematográfico como el fruto de vocaciones incendiarias, un arte capaz de consumir a sus practicantes mientras los eleva a las alturas de la creación.

El destino de Corten! se juega en su relación con la película original, de la que toma prestada su estructura de rompecabezas temporal. El extraño y surrealista arranque del film –en el que un rodaje aparece trufado de anomalías y arritmias– abre una serie de interrogantes a los que la historia irá dando respuesta a golpe de flashbacks y flash forwards reveladores. En cierto sentido, la apuesta de Hazanavicius resulta un tanto mimética y Corten! corre el riesgo de erigirse en una relectura elemental de One Cut of the Dead. Sin embargo, el cineasta francés sabe sacarse de la manga un giro argumental que abre las puertas a un peculiar diálogo intercultural: desde el principio, llama la atención el hecho de que unos actores franceses (con Romain Duris y Bérénice Bejo a la cabeza) den vida a personajes con nombres japoneses. Así, a través de esta relación entre los universos francés y japonés, Hazanavicius demuestra su interés por la idea del mestizaje cultural: su saga de OSS 117 funcionaba como una parodia afrancesada del universo de James Bond, mientras que The Artist convertía a una estrella del cine francés (Jean Dujardin) en el portavoz de la memoria del cine mudo de Hollywood.

A la postre, Corten! brilla gracias a su festejo de la dimensión artesanal de la creación cinematográfica, que muestra su cara más rudimentaria e imaginativa gracias a una alegre colección de decapitaciones, miembros cercenados y otros gestos escatológicos. También cabe destacar la celebración del carácter colectivo de la praxis fílmica, una vertiente del film que, puntualmente, se viste de drama familiar e intergeneracional. Todas estas cuestiones, además del trabajo con una narrativa metafílmica (a la manera de la obra teatral Por delante y por detrás de Michael Frayn), ya estaban perfectamente delineadas en One Cut of the Dead, algo que no desmerece los esfuerzos que hace Hazanavicius por trazar con brío una película asentada en las imágenes de raigambre trash y en una comicidad de carácter popular.