Desde hace unos años, el cine brasileño está teniendo una acogida sorprendente en los festivales internacionales. La producción cinematográfica de este país pasa por un momento dulce y por ese motivo sus premieres se celebran en los certámenes más prestigiosos. En la última edición del Festival de Toronto pudo verse Obra; en Locarno, Ventos de agosto ganó una Mención Especial del Jurado; y en Róterdam se presentaron Casa grande y O Touro. Sin embargo, ha sido la Berlinale la que ha devenido cuna por excelencia de este nuevo cine brasileño. En los últimos dos años, el Festival de Berlín ha apadrinado más de una decena de títulos imprescindibles: Praia do futuro, Una segunda madre, Ausência, Beira-Mar, Blue Blood o Brazilian Dream. Asimismo, A primera vista –conmovedora ópera prima de Daniel Ribeiro que ahora se estrena en España– fue galardonada con el Teddy Award y el Premio FIPRESCI de la sección Panorama de 2014.

Con un argumento que recuerda a Beira-Mar, de Filipe Matzembacher y Marcio Reolon, A primera vista (Hoje eu quero voltar sozinho) funciona como una teen movie de temática homosexual. Ambos debuts –protagonizados por mejores amigos profundamente enamorados– son films sobre el primer amor, pero también sobre la aceptación de la orientación sexual y su revelación pública en un opresivo contexto de clase media, donde la masculinidad no debe trascender el puro compañerismo. No obstante, si algo sitúa a A primera vista por encima del resto de coming-of-ages del género queer es la particular caracterización de uno de sus protagonistas. Leonardo (Ghilherme Lobo) posee una discapacidad física que ralentiza su proceso de emancipación, liberación y aceptación de sí mismo. Su despertar sexual será más lento que el de su amigo Gabriel (Fabio Audi) porque Leonardo es ciego de nacimiento.

a_primera_vista

La primera y multipremiada ficción de este cineasta nativo de Sao Paolo revela la existencia de un amor tan poderoso como singular: un sentimiento tan puro que resulta imposible definirlo con palabras. La atracción que Leonardo siente por Gabriel no es una manifestación de dependencia a causa de su discapacidad, ni hace referencia a un mero interés superficial porque, al contrario que sus compañeros de clase, Leonardo nunca podrá ver el físico apolíneo de su enamorado.

A primera vista se ha convertido en uno de los debuts más emotivos de 2014 por su voluntad de convertir una arquetípica trama sobre un romance adolescente en una tierna y vitalista historia de superación; pero, sobre todo, por su honesto acercamiento a una cuestión que actualmente se ha definido como el nuevo tabú del siglo XXI. Nos referimos al tratamiento de las relaciones sentimentales con personas que padecen una incurable discapacidad física o mental. Una materia incómoda que cada vez está siendo más explorada por el cine.