Uno puede atravesar toda la historia del cine italiano a través de la historia de sus actrices. La diva italiana era fuerte cuando en el resto del mundo la mujer todavía funcionaba en gran parte como accesorio del hombre; era protagonista y no tenía por qué ser delicada, tal vez porque nunca tuvo miedo de ensuciarse las manos. La actriz italiana de finales de los cuarenta tampoco tenía miedo de ser sensual porque el cuerpo era el escenario del relato… En esta historia del cine Arroz amargo y Silvana Mangano tienen un papel determinante. En ella, Silvana (que así se llama también la protagonista) es la líder de un grupo de “mondinas” (trabajadoras de los campos de arroz) que pasa de la plena conciencia obrera a la traición por culpa de un collar robado. La película, tal vez la obra más reconocida de Giuseppe de Santis, peca en parte de un moralismo contrario a su supuesto carácter social pero todo resulta bastante perdonable si se lee desde el lugar que le corresponde. Arroz Amargo no es una cumbre del cine neorrealista, sino un drama noir que tiene el gran acierto de aprovechar uno de los grandes hallazgos del cine italiano de la época: centrarse en la mujer como cimiento de la sociedad. ER

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