Utilizando las formas del documental autobiográfico y poniendo en juego un tono irónico, proclive a la autointerrogación –un registro próximo al de cineastas como Ros McElwee o Elías Siminiani–, el actor Aitor Merino construye una interesante película e tres capa donde los blancos y negros del conflicto vasco –protagonistas de la batalla política y mediática– dejan su lugar a los dilemas grisáceos que surgen en la intimidad. Así, la tercera capa del film, la más superficial, habla del difícil encaje identitario de Merino, que se encuentra en una posición equidistante al nacionalismo vasco y al sentir español. Después, en un segundo nivel, encontramos la observación crítica tanto de la vertiente represiva de la lucha antiterrorista como de la liturgia y demagogia que rodea a cierto independentismo radical. Por último, en el núcleo del film, se dibuja la línea infranqueable que separa al fanatismo de un cierto humanismo demócrata. Más allá del discreto ingenio de Merino, Asier ETA bok se recuerda por el herido testimonio e una madre que reprocha a su hijo su afiliación al terrorismo. MY

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