No es casual que el último papel que interpretó Carlos Reichenbach –icono del Cine Novo de Brasil– se identifique con el de un anciano silente, sumiso e inmóvil; víctima del trauma psicológico que supuso la dictadura militar brasileña. El protagonista de Avanti Popolo -inconmensurable ópera de Michael Wahrmann- basa su vida en una prolongada espera vital, aguardando la llegada de su hijo desaparecido en 1974 mientras su otro hijo proyecta sobre los muros de la casa los últimos recuerdos de su hermano registrados en cintas caseras. La quietud de la cámara fija en los interiores donde el anciano deambula cual fantasma -símbolo de la sumisión del padre-, se fragmenta a través del ruido y el movimiento del found footage que aviva el recuerdo del desaparecido, una hermosa metáfora que define el propósito del film: convertirse en un alegato contra la amnesia colectiva.

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