Los berserker eran unos guerreros vikingos que supuestamente entraban en combate bajo el influjo de un trance que les hacía insensibles al dolor. Ninguno de ellos aparece por la cinta de Pablo Hernando, una de las sensaciones (esas sensaciones) de la última edición del Cine Low Cost de Barcelona, pero al finalizar su visionado uno entiende las razones de un título que a priori se antoja tan enigmático como la propia propuesta. Berserker es un film noir donde el misterio central no deja de determinar y guiar el relato pero nunca llega a ser el elemento que dota de sabor al todo. Su protagonista (Julián Génisson, del colectivo Canódromo Abandonado) es un escritor que se obsesiona con un caso de asesinato donde una cabeza decapitada ha aparecido sujeta al volante de un coche. Así, Génisson decide iniciar pesquisas para su futuro libro y vendría a ocupar el rol de detective, pero en realidad las fases de la investigación nunca llegan a explotar. Ésta no es una película donde se adaptan los mecanismos clásicos de guión a la actual posmodernidad, sino una donde es la propia imposibilidad del misterio la que se come al relato. Ganadora de un premio especial en la sección Nuevas Olas del Festival de Cine Europeo de Sevilla, Berserker acaba mutando de un noir cotidiano a una ciencia ficción académica en un volantazo cuando menos apasionante. Tras su paso por el Atlántida Film Fest, la plataforma Filmin incorpora esta semana la película a su catálogo. ER

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