Página web del Festival de Sevilla (4-12 de noviembre).

SCARLET | Pietro Marcello | Francia, Italia, Alemania | 2022 | 100 min.

En contraposición a la oscuridad y rabia que imperaba en Martin Eden, la nueva película de Pietro Marcello, titulada Scarlet, se presenta, en su tránsito por las tinieblas de la Primera Guerra Mundial, como una obra de luz, marcada por la devoción mutua que comparten un hombre viudo, Raphaël (un tosco y magnético Raphaël Thierry), y su hija, Juliette (extraordinaria Juliette Jouan, que debuta en la gran pantalla). La relación remite al inolvidable vínculo entre el padre e hija de Primavera tardía de Yasujirō Ozu, que aquí se condimenta con la relación que se establece entre Juliette y un aviador (Louis Garrel) que aparece en escena para aliviar la soledad de la joven. En la película –y en El velero rojo, el cuento del ruso Aleksandr Grin en el que se basa el film–, la llegada del aventurero aparece anunciada por una mujer mayor (Yolande Moreau), acusada de ser bruja por los habitantes del pueblo. Así es como Scarlet se deja llevar por la idea de la magia y la fantasía, que actúa como contrapeso a la pobreza y la marginación en la que viven los protagonistas. Amante de los contrapuntos temáticos, Marcello presenta en ‘L’Envol” un resonante choque entre la existencia rural y noble de padre e hija y el surgimiento de una vida urbana entregada al desarrollo tecnológico y capitalista. Una colisión que convierte Scarlet en la celebración de una forma de vida más próxima a la naturaleza, menos viciada por el consumismo, más apegada a los valores humanistas.

Marcello ha reconocido la influencia en su cine de las enseñanzas del documentalista armenio Artavazd Pelechian, quien defendía una forma de montaje basada en la aparición recurrente de imágenes de fuerte calado simbólico (el llamado “montaje a distancia”). En Scarlet, Marcello convierte las imágenes de manos en el corazón alegórico de la película. Hacia el principio del film, el espectador se ve deslumbrado por una bella estampa del encuentro entre las aterciopeladas manos de Juliette, todavía un bebé, y las endurecidas manos de Raphaël, curtidas por su trabajo con la madera y por su participación en la guerra. A lo largo del film, las manos de padre e hija se irán reencontrando en diversos planos detalle, unas imágenes que van dando forma a un discurso poético sobre el flujo de la vida, que se asienta sobre la existencia sufriente y esperanzada, dolorosa y feliz, de Raphaël y Juliette. Construida sobre un conjunto de bellas canciones cantadas por Juliette, una deslumbrante banda sonora de Gabriel Yared (autor de la música de El paciente inglés) y una penetrante fotografía en celuloide –que constata la celebración de una forma artesanal de hacer cine–, Scarletresplandece como un romántico canto a la esperanza, o un poderoso haz de luz con el que arrinconar las tinieblas que amenazan nuestro presente. Manu Yáñez

FAIRYTALE | Alexandr Sokúrov | Rusia, Bélgica | 2022 | 78 min.

A primera vista, Fairytale podría parecer un corolario, o bonus trakc de la crepuscular trilogía del poder en la que Alexandr Sokúrov retrató a Lenin (en Taurus), al emperador Hirohito (Sol) y al líder del Tercer Reich (Moloch), esta vez poniendo el foco en las figuras de Benito Mussolini, Adolf Hitler y Winston Churchill. Pero si aquellos eran ejercicios biográficos libres, ahora estamos atrapados en los desquiciados territorios de la fantasía, en una opresiva pesadilla de la que no podemos despertar (en momentos fugaces, vemos la imagen de un niño que duerme golpeado por el desasosiego). Para invocar y subvertir la Historia, Sokúrov, a sus 71 años, se atreve a darle la réplica a la parafernalia digital contemporánea. En una época en la que técnicas de inteligencia artificial como Deepfake o Dall·E arman mosaicos del calibre de “Cthulhu arruinando una foto romántica con el Sol poniéndose en una playa” o “Darth Vader en un póster de propaganda soviética”, Sokúrov va más allá, hasta los niveles más profundos de un mundo onírico en el que impera la atrocidad. “Cuatro jinetes del Apocalipsis llegan a las puertas del Paraíso y…”. Este es el nudo argumental de Skazka, una película que se sitúa a medio camino entre la alegoría del fin del mundo y el chiste nihilista. Estamos ante un collage infernal en el que las arquitecturas imposibles (y muy dantescas) de Gustave Doré se hermanan con el blanco y negro espectral del material de archivo. Las estampas del pasado no son monolitos incorruptibles, sino una materia viscosa que puede ser moldeada a placer a través del doblaje (sonido) y la deformación (imagen).

En Fairytale, la Historia se presenta al servicio de la voluntad iconoclasta de un artista que, una vez más, mira de frente al monstruo del autoritarismo y lo encierra en su propio infierno. Los actores (apenas dobladores) reproducen discursos emblemáticos de estos líderes políticos, pero también ponen en su boca (digitalizada) palabras de otros autores, así como del propio Sokúrov: un comentario afectivo para ese aliado, una burla para el rival en el campo de batalla, dudas que desnudan a estos heraldos de la muerte y que exponen su frágil naturaleza humana. Fairytale recoge los ecos de la Segunda Guerra Mundial, que resuenan en un mundo de nuevo asolado tanto por el fantasma del fanatismo como por la concreción de sus guerras. Uno habla en alemán, otro responde en ruso, otro departe en italiano, y otro sienta cátedra en inglés, mientras un ser borroso responde en francés (a los cuatro protagonistas, los acompaña la sombra de Napoleón Bonaparte, la representación de Jesucristo y la presencia impredecible de una “Fuerza Suprema”). Todos se entienden, pues en el fondo se comunican en el lenguaje universal del sufrimiento, la miseria y la devastación. Víctor Esquirol

LES AMANDIERS | Valeria Bruni-Tedeschi | Francia, Italia | 2022 | 126 min.

Con la desbordante y extenuante Les amandiers, Valeria Bruni Tedeschi emprende un viaje íntimo a su propio pasado. La década elegida es la de 1980, en la que la actriz franco-italiana vivió dos años de pasión desbordada estudiando en el Théâtre des Amandiers en Nanterre, la escuela de teatro que dirigía Patrice Chéreau, leyenda de la escena y el cine francés. Bruni Tedeschi evoca con emoción aquellos tiempos de entusiasmo e inocencia, empleando metraje analógico para recrear la textura del cine del periodo y echando mano de una enérgica banda sonora para ilustrar momentos trascendentales (‘Daydream’ de Wallace Collection acompaña un primer beso, mientras que ‘Le Chanteur’ de Daniel Balavoine adelanta, profética, una muerte). Como actriz, Bruni Tedeschi se caracteriza por el exceso, siempre al borde del histrionismo, y como directora nos regala personajes que evocan una vida entregada a lo sublime, con sus momentos de gloria –vinculados al amor y a la creación artística– y su inclinación a la amargura.

Desde un punto de vista emocional y cinéfilo, asistir al transcurso de Les amandiers se asemeja a correr una maratón a ritmo de sprint. La volátil avalancha de emociones –que puede transitar del éxtasis a la depresión en milésimas de segundo– trae a la mente el cine visceral de John Cassavetes. La desmesura forma parte integral del abecedario formal y emocional de Bruni Tedeschi, algo que inmuniza la película contra el horizonte de lo formulístico. Esta apuesta de tintes casi radicales genera desequilibrios. Es posible que el retrato del primer amor de Stella (extraordinaria Nadia Tereszkiewicz) sea algo redundante, pero es esa forma extrema e insistente de atacar cada situación, como si la película fuera un insecto rebotando una y otra vez contra una poderosa fuente de luz, lo que singulariza la magnética propuesta de Bruni Tedeschi.

Les amandiers es también una película sobre la experiencia del privilegio. Stella, el evidente alter ego de Bruni Tedeschi, vive en una opulenta mansión y ofrece ayuda económica a quién la necesita. Sin embargo, su condición pudiente no la acoraza contra la desdicha, una melancolía que la cineasta estudia a través de la encantadora relación entre la protagonista y un mayordomo que actúa también como figura paterna, psicólogo y confidente sentimental. En su obsesión por dar vueltas en torno al personaje de Stella, Bruni Tedeschi pone de manifiesto un cierto halo de narcisismo, pero Les amandiers consigue trascender el culto al yo en diferentes frentes. Ahí está, por ejemplo, el interesante y nada condescendiente retrato de Chéreau que entrega Louis Garrel, o el recuerdo de las sombras que la epidemia de SIDA proyectó sobre la juventud de los 80, o los largos pasajes que la película dedica a los ejercicios actorales de la troupe de jóvenes intérpretes. A la postre, Les amandiers deslumbra gracias a su intemporal y universal retrato del fulgor de la juventud, la edad del exceso, la irresponsabilidad y la pasión. Por suerte, Valeria Bruni Tedeschi parece no haber perdido ninguno de estos inusuales talentos. Manu Yáñez

CLOSE | Lukas Dhont | Bélgica, Países Bajos, Francia | 2022 | 105 min.

Leo y Remi (Eden Dambrine y Gustav De Waele, ambos debutantes absolutos) son a sus 13 años mejores amigos en el contexto del primer año del colegio secundario. La relación es tan íntima, tan cercana, tan intensa, que muchos se burlan, los acusan de gays y les hacen bullying. Se quedan a dormir en la casa del otro, comparten largos paseos en bicicleta por idílicos parajes y se acompañan en la vida cotidiana. Hasta que, de manera casi inevitable y natural, se van generando diferencias, desconexiones, celos, envidias, decepciones, búsquedas individuales (Leo, por ejemplo, incursiona en el hockey sobre hielo). No conviene anticipar nada más porque Close es de esas películas a las que un inoportuno spoiler puede limitarle buena parte del disfrute (o complejidad) de la experiencia que propone.

Más allá de algunas decisiones de guion bastante drásticas (que ya aparecían también en Girl), Dhont expone una capacidad de observación, una sutileza, una delicadeza, una capacidad para manejar múltiples aristas y matices que lo convierten en un cineasta singular. Aquí, en determinado momento el conflicto pasa por las contradicciones generacionales, las diferentes formas que adultos y adolescentes procesan situaciones extremas y dolorosas.

Sencilla en apariencia, noble en su propuesta, profunda en la indagación de la psicología de sus personajes, Close –que tiene algunos puntos de contacto con Playgound, de la también belga Laura Wandel– se acerca a los prejuicios homófobos desde el desprejuicio, a los condicionamientos sociales y las imposiciones heteronormativas desde una apuesta liberadora. Un buen segundo trabajo para este director de apenas 31 años. Diego Batlle

MATADERO | Santi Fillol | España, Francia, Argentina | 2022 | 106 min.

Después de codirigir en 2009 el documental Ich bin Enric Marco –sobre la opaca historia de un español en la Alemania de Hitler–, el argentino (afincado en Barcelona) Santiago Fillo colaboró en los guiones de Mimosasy O que arde, ambas dirigidas por Oliver Laxe, obras tocadas por una ambición estética desbordada y guiadas por la búsqueda de arrebatos místicos y emocionales. En paralelo, la labor de Fillol como investigador cinematográfico en la Universitat Pompeu Fabra ha dado frutos tan destacados como el libro Historias de la desaparición, un estudio del fuera de campo como territorio de negociación entre lo visible y lo invisible (en el cine y la Historia), de Jacques Tourneur a David Lynch. Así, más que como una ópera prima de ficción, Matadero se presenta como el punto de encuentro, y a la vez nodo germinal, de los intereses del teórico y cineasta, de la comprensión de la Historia como un conjunto de pliegues especulares a la búsqueda de los límites de la praxis y la representación fílmicas.

Inspirada en el relato El matadero de Esteban Echeverría, Matadero, que tuvo su estreno mundial en la sección “Cineasti del presente” del Festival de Locarno, propone una arremolinada reflexión sobre la lucha de clases, la militancia revolucionaria y la tiranía del poder mediante una colisión entre tres tiempos históricos: 1840, 1970 y la contemporaneidad. Aguerrida y afectiva, fulgurante y melancólica, Matadero se alimenta del idealismo de sus protagonistas –gente comprometida con la creación artística y la disidencia política– para componer un retrato en fuga del carácter indomable del cine y de las fracturas sociales instigadas por el capital y el imperialismo. Manu Yáñez