En colaboración con el festival Play-Doc, una rara avis en un panorama festivalero dominado por el gigantismo y el canivalismo, el CGAI presenta una retrospectiva del trabajo documental de la cineasta francesa Claire Simon. Y deberíamos poner entre comillas la propia palabra documental, porque si por algo se ha caracterizado el trabajo de Simon es justamente por poner en duda las definiciones y las estrategias, los presupuestos y las normas de aquello que se ha convenido en llamar documental.

En una entrevista concedida al diario Liberation cuando estrenó Coûte que coûte en el festival Cinema du Réel, Simon afirmaba: “No practico la religión de la realidad. La realidad tal cual no existe. Ella apunta, busca un sentido, y debe ser cuestionada de la misma manera en que cuestionamos a un oráculo… Cuando en Salesman de Albert Maysales, vemos al vendedor de biblias, comprendemos que existe una complicidad fabulosa entre el protagonista y el realizador. Debían escribir el guión de la película todas las mañanas, juntos”.

Coûte que coûte, que retrata la lucha de un grupo de obreros para asegurarse la supervivencia de su empresa, y trabaja en las estrategias de puesta en escena que, en palabras de la propia Simon “visibilizan al mismo tiempo la historia y aquello que permanece oculto”.

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