Fernando Bernal (San Sebastián)

Desde hace una década, la filmografía de Alberto Rodríguez, afincada en las coordenadas del thriller, se abre a una relectura de los últimos cuarenta años de la historia de España. Con Grupo 7 (2012), un film policiaco, el cineasta exploró la Sevilla previa a la Expo 92’; luego, La isla mínima (2014) se articulaba como un noir rural situado a comienzos de los ochenta; y, por último, El hombre de las mil caras (2016) levantaba registro, en clave de thriller político, de las corruptas cloacas del poder de la España de los años noventa. Ahora, en Modelo 77, que inaugura la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, Rodríguez ofrece una nueva entrega de sus ‘episodios nacionales’ –en el certamen donostiarra, el director también presenta un capítulo de la notable serie colectiva Apagón–. Alejándose de la pretensión documental, pero dejando entrever un ingente trabajo previo de documentación, Modelo 77, coescrita por Rodríguez y Rafael Cobos, su colaborador habitual, especula sobre lo que podría haber pasado en los años previos al mítico intento de fuga que tuvo lugar en la cárcel Modelo de Barcelona en 1978.

Conjugando el discurso de corte social y las interioridades de la experiencia humana, Modelo 77 transita entre el retrato (lejos de la prisión) de un país que despertaba de la pesadilla franquista y la historia (intramuros) de unos presos condenados a la condición de “vagos y maleantes” por la caprichosa ley del régimen. De ellos, y de muchos otros, surgió la iniciativa COPEL (Coordinadora de Presos En Lucha), que reclamaba el mismo indulto que habían obtenido los “presos políticos” tras la muerte del dictador. Y fueron ellos los protagonistas del célebre amotinamiento en el tejado de la Modelo, mientras en el exterior familiares y militantes clamaban por su libertad. Un suceso que, tal como ocurre con las numerosas secuencias de tumultos del film, Rodríguez presenta a través de un trabajo de planificación que canaliza con nitidez las emociones más arremolinadas.

Tomando como referencia explícita La evasión (1960) de Jacques Becker, Modelo 77 se centra en un personaje (interpretado por Miguel Herrán) que, recién llegado a la prisión, defiende su inocencia ante la acusación de haber cometido un robo poco después de la muerte del dictador. Su transición hacia una militancia sindical es uno de los ejes que vertebran la película. En un resolutivo ejercicio de puesta en escena, Rodríguez adopta, durante el primer acto, la mirada del joven, Una perspectiva que estimula el fuera de campo y que va desvelando al espectador cómo era la prisión por dentro, cómo se organizaban jerárquicamente los reclusos, cómo era su mísero régimen de vida diario y, sobre todo, cómo los funcionarios hacían uso del poder y la fuerza, prolongando el clima de terror que el franquismo impuso durante años en las calles.

En su segundo acto, el film se adentra en la relación que se establece entre los presos. En especial en la del protagonista con un veterano (Javier Gutiérrez) con el que comparte celda, pero no las mismas ansias de libertad. En este punto, Rodríguez despliega una gramática decididamente carcelaria, en la que sobresalen algunos secundarios con fuerte presencia, como Jesús Carroza (un actor a reivindicar y habitual en el cine del director) o Fernando Tejero. Se trata del tramo más intenso del relato, donde no se elude la violencia con la que los funcionarios se ensañaban con los presos. Una crudeza que lleva el film hacia lo verosímil sin caer en el maniqueísmo.

En su tramo final, centrado en la preparación de la fuga, Modelo 77 desfallece frente a la intensidad de la presentación y el nudo. Aquí, la película –que ya había acusado una tendencia al subrayado en la configuración dialogada del contexto social y de las intenciones de los personajes– se vuelve más autoconsciente, más deudora de su vocación de denuncia. A la postre, pese a sus desequilibrios, Modelo 77 sabe aferrarse a la estructura clásica del relato en tres actos para cumplir su objetivo: retratar, entre rejas, cómo se vivió una Transición que, hoy en día, todavía resulta difícil de explicar.