Víctor Esquirol (Festival de Gijón)

Desde el exterior, el piar de los pájaros pone banda sonora a una serie de planos fijos, a un breve encadenado de tomas generales que dibujan una naturaleza viva, abundante… pero de contexto indeterminado. El marrón verdoso del agua, los árboles y las plantas podría corresponderse a un estanque o a un río, a un parque o a un bosque, a un rincón rural o a una especie de burbuja en medio del ajetreo urbano. Mientras, en el interior de una casa, la anciana Minlan intenta poner orden en el desorden, despejando la montaña de cáscaras de fruta (naturaleza muerta) que cubre una mesa que, a juzgar por la disposición de los elementos, podría pertenecer a una cocina o a un estudio. Tanto fuera como dentro, impera una sensación de desubicación que, a los pocos minutos, se descubre como uno de los motores de Together Apart, mediometraje de presentación del director y guionista chino Youjia Qu, que concursa en la Sección Oficial Retueyos del Festival Internacional de Cine de Gijón. Son poco más de cincuenta minutos que vagan elegantemente por el espacio y el tiempo, entre la vida y la muerte. Del mismo modo, a nosotros nos da la impresión de estar en varios sitios a la vez. De repente, el cantar de las aves se instala en un amplio y luminoso salón, invadido por una selva de plantas de interior, por una naturaleza domesticada y cuidadosamente controlada por un personaje que no debería estar ahí.

Ahí tenemos a Yifu, marido de Minlan, padre de Xiaoqin y abuelo de Jiajia. Su mujer, que no esperaba su entrada en escena, pide explicaciones, y él responde con total naturalidad. Dice que estaba en el hospital, pero que cayó en la cuenta de que su salud no le daba motivos para permanecer ahí, de modo que decidió regresar a su apartamento. Y así, el mundo sigue. Porque el reloj no se detiene y porque hay muchos asuntos por tratar. El hogar y la familia exigen de un sinfín de tareas para asegurar que la vida que fluye por ellas no vaya a marchitarse. En esto mismo está enfrascado Yifu: en regar las plantas, en llamar a aquel hermano que va a visitarle en los próximos días, en preparar regalos para sus sobrinos… Gestiones tan mundanas, tan frecuentes, que podrían marcar el día a día de cualquier otra persona. Solo que hay algo en todos estos procesos que enrarece el ambiente. Algo inconcreto, algo extraño: un elemento que se ve, que se escucha, que se huele… algo tan obvio, tan palpable, que de algún modo parece que no pueda ser real.

Ahora Xiaoqin y el pequeño Jiajia se suman a una ecuación que revela sus desajustes matemáticos. El director Youjia Qu asienta la narración de Together Apart en la familiaridad y el ritmo pausado del costumbrismo… y con ello, contempla una puerta que se abre sola, y que nos lleva a otra dimensión. La de un realismo mágico que se entiende mejor a través los mecanismos del kaidan, esas historias de fantasmas que no sienten la obligación de asociarse con el terror. Así, como espectadores, ante Together Apart, nos toca gestionar una presencia que no se sabe si tiene que ser expulsada como una maldición, o si por el contrario debe preservarse como un tesoro. Lo extraordinario emerge con discreción y lo espectral adquiere las propiedades de lo corpóreo. Lo fantástico se manifiesta desprovisto de la artificiosidad o de los golpes de efecto con los que normalmente opera el género. Sin música extradiegética que cree tensión, sin efectos de sonido o movimientos de cámara que nos agiten con brusquedad, Together Apart deviene un sobrio drama familiar que echa a volar cuando las circunstancias lo enfrentan a un interrogante, un kungan, irresoluble: ¿Dónde fue esa persona a la que sigo sintiendo como si estuviera aquí?

Youjia Qu reflexiona no tanto sobre la muerte, sino más bien sobre la manera que tenemos de gestionarla. En la casa donde transcurre esta historia, el duelo se lleva con la dulzura de la palabra susurrada, y con la prudencia de quien teme abrirse demasiado a lo sentimental. La rigidez de los tabús cala en la intimidad de unos personajes que, en conjunto, plantean una experiencia muy cercana al satori: ese punto de iluminación budista que se alcanza al pensar, por ejemplo, en si un árbol produce algún sonido al caer, sin que haya nadie que pueda escucharlo. Dicho de otra manera: ¿Si no se anuncia (o se acepta) la muerte de alguien, esta persona sigue viva? Together Apart lanza preguntas con la sabiduría de quien no pretende hallar respuestas, invocando estímulos sensoriales de una imposibilidad poética (como “la luz del Sol que sale por el oeste”), pero que al mismo tiempo no pierden un sentido terrenal. En vez de tratar de entender, es como si Youjia Qu nos pidiera captar espiritualmente las pulsiones que laten en un relato que vive (o no) suspendido entre la luz y las sombras, entre el pasado y el presente, entre apariciones y desapariciones, entre memorias y vivencias, entre lo analógico y lo digital, entre imágenes estáticas y en movimiento, entre la soledad y la comunidad… en ese limbo emocional al que inevitablemente nos aboca la partida de ese ser que ya nunca jamás volverá.