Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)

Si en su anterior película de ficción, Verano (2011), José Luis Torres Leiva encontró la inspiración en sus recuerdos estivales y en el tiempo que pasó junto a sus abuelos en las termas de Cauquenes (Chile), en Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, con la que compite en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, el cineasta descubrió el punto de partida mientras leía un poema de Cesare Pavese que se titula igual que el film. El escritor italiano escribió este premonitorio texto después de un desengaño amoroso y muy poco antes de decidir acabar con su propia vida. Y aquí están los dos elementos sobre los que el cineasta trabaja en su película: la inminente cercanía de la muerte y una gran historia de amor.

Las protagonistas del film son dos mujeres que han vivido una relación sentimental intensa y prolongada durante años –les dan vida Amparo Noguera (Una mujer fantástica) y Julieta Figueroa (que ya aparecía en Verano) – y que ahora ven cómo su tiempo en común se agota de manera inevitable por la enfermedad terminal de una de ellas. Por este motivo, toman la decisión de retirarse a una casa en el bosque para vivir juntas sus últimos momentos. Torres Leiva trata de capturar las emociones y la intensidad de la despedida, mientras ocupa el espacio íntimo de esta pareja de la que, sin embargo, se separa de manera abrupta y sorprendente en dos ocasiones. Son dos relatos dentro del propio film, en los que las protagonistas se convierten en narradoras de las imágenes que vemos en pantalla. Cuentos con un poso de realidad, historias del pasado, que figuran como puntos de fuga en el desarrollo cronológico de la obra.

La práctica ausencia de movimientos de cámara y el uso recurrente de los primeros planos potencia la cualidad contemplativa de la película, que invita al espectador a interpretar cada mirada y disfrutar de cada gesto que intercambian las dos protagonista. Tras trabajar con las texturas en Verano –mediante un proceso técnico que consistió en volver a registrar la película sobre una proyección una vez que ya estaba montada–, ahora Torres Leiva apuesta por una utilización más naturalista de la luz y por el uso sutil de los desenfoques. Y en todo momento con el objetivo de su cámara fijándose en los rostros y los cuerpos de sus personajes. En ambos territorios se pueden cartografiar perfectamente las huellas del paso del tiempo. Uno de los temas centrales de la obra de este cineasta, tanto en la ficción –con este ya son tres largometrajes desde que obtuvo el premio FIPRESCI del Festival de Rotterdam con su ópera prima, El cielo, la tierra y la lluvia (2008)– como en su prolija e interesante labor como documentalista.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos se presenta como un estimulante ejercicio de estilo, pero también como un acercamiento distinto a un tema tan cinematográfico como la muerte, que habitualmente se presenta en pantalla repleto de lugares comunes. En esta ocasión, Torres Leiva apuesta por una perspectiva novedosa. Como corolario al retrato del final de una vida, el cineasta perfila lo que viene después, cómo cambian las existencias de los que se quedan cuando alguien cierra los ojos por última vez. Por eso remata su excelente película con una popular canción de Raffaella Carra que en su estribillo dice que “en el amor todo es empezar”.