La V edición del Festival de Cine LGBTI, organizado por el Centro Nemeyer, se celebra este año en la plataforma FILMIN del 20 al 28 de junio.

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS. José Luis Torres Leiva. 86 minutos. Chile, Alemania, Argentina (2019). Con Julieta Figueroa, Amparo Noguera. Visionado disponible del 21 al 24 de junio.

Si en su anterior película de ficción, Verano (2011), José Luis Torres Leiva encontró la inspiración en sus recuerdos estivales y en el tiempo que pasó junto a sus abuelos en las termas de Cauquenes (Chile), en Vendrá la muerte y tendrá tus ojos el cineasta descubrió el punto de partida mientras leía un poema de Cesare Pavese que se titula igual que el film. El escritor italiano escribió este premonitorio texto después de un desengaño amoroso y muy poco antes de decidir acabar con su propia vida. Y aquí están los dos elementos sobre los que el cineasta trabaja en su película: la inminente cercanía de la muerte y una gran historia de amor.

Las protagonistas del film son dos mujeres que han vivido una relación sentimental intensa y prolongada durante años y que ahora ven cómo su tiempo en común se agota de manera inevitable por la enfermedad terminal de una de ellas. Por este motivo, toman la decisión de retirarse a una casa en el bosque para vivir juntas sus últimos momentos. Torres Leiva trata de capturar las emociones y la intensidad de la despedida, mientras ocupa el espacio íntimo de esta pareja de la que, sin embargo, se separa de manera abrupta y sorprendente en dos ocasiones. La práctica ausencia de movimientos de cámara y el uso recurrente de los primeros planos potencia la cualidad contemplativa de la película, que invita al espectador a interpretar cada mirada y disfrutar de cada gesto que intercambian las protagonistas.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos se presenta como un estimulante ejercicio de estilo, pero también como un acercamiento distinto a un tema tan cinematográfico como la muerte, que habitualmente se presenta en pantalla repleto de lugares comunes. Como corolario al retrato del final de una vida, Torres Leiva perfila lo que viene después, cómo cambian las existencias de los que se quedan cuando alguien cierra los ojos por última vez. Por eso remata su excelente película con una popular canción de Raffaella Carra que en su estribillo dice que “en el amor todo es empezar”. Fernando Bernal

LEMEBEL. Joanna Reposi Garibaldi. 96 minutos. Chile, Colombia (2019). Visionado disponible del 21 al 24 de junio.

Pedro Lemebel (1952-2015) fue un escritor, performer y activista chileno que se convirtió en una celebridad literaria mundial, en símbolo de la resistencia al pinochetismo y en referente de la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+. Joanna Reposi Garibaldi conoció al artista en 1999 y en 2007 ambos decidieron iniciar este proyecto cinematográfico que durante muchos años quedó en stand by. Hasta ahora. Con un material de archivo extraordinario por la intimidad y visceralidad de sus imágenes (la directora contó además con la colaboración en el terreno visual de Niles Atallah, realizador de Rey), Reposi Garibaldi va exponiendo el pensamiento, el proceder, las sensaciones, contradicciones, traumas y el genio creativo de Lemebel.

Si bien hay fragmentos de algunas conferencias y de una brillante aparición de Lemebel en 2001 en el programa De Pé a Pá de TVN-Chile, los ejes del film son dos: sus performances, donde muchas veces aparecía desnudo y jugaba literalmente con fuego, y sus charlas confesionales acerca de sus recuerdos familiares, su vinculación al Partido Comunista y el movimiento hippie, y su visión idealizada de los tiempos de la Unidad Popular de Salvador Allende. El resultado es un fascinante collage, un patchwork narrativo y visual matizado con aportes en off de gente que lo conoció, lo frecuentó y lo quiso mucho (Sergio Parra, Carmen Berenguer o Constanza Farías). El film –concebido como una carta de amor y despedida– ahonda en los extravagantes looks de Lemebel, que imitaban por momentos a Frida Kahlo, su aporte al combativo colectivo homosexual Las Yeguas del Apocalipsis, y su vejez, marcada por una degradación producto del alcohol y la depresión, y más tarde por la quimioterapia en su lucha contra el cáncer.

Mucho se ha debatido en Chile sobre la película a partir de los fuertes cuestionamientos de Víctor Hugo Robles (más conocido como El Che de los Gays), quien ha criticado algunas decisiones de la directora (como la omisión de la amistad de Lemebel con Gladys Marín, legendaria Secretaria General del Partido Comunista de Chile), así como la predilección por un retrato sombrío que esconde las facetas más lúdicas y alegres del protagonista. Sin embargo, estamos ante una muy buena película construida con una mirada autoral y no ante un informe de corte periodístico. Más allá de las polémicas, lo que verdaderamente importa es que Reposi Garibaldi logra transmitir la pasión, el talento, la intensidad, la capacidad de provocación, el espíritu de lucha y varias de las múltiples facetas de un artista que buscó siempre trascender los límites y prejuicios de la sociedad chilena. Y lo hizo poniendo la cabeza, el cuerpo y el corazón hasta el último segundo y aliento de su vida. Diego Batlle

TEMBLORES. Jayro Bustamante. 107 minutos. Guatemala, Francia, Luxamburgo (2019). Con Juan Pablo Olyslager, Diane Bathen Evans, Mauricio Armas Zebadúa. Visionado disponible el 20 y el 28 de junio.

El protagonista de Temblores, un directivo empresarial de éxito y padre de familia, no puede ocultar más su homosexualidad. Una revelación que pronto se convierte en revoltoso vox populi. El director y guionista Jayro Bustamante (recordado por su ópera prima, Ixcanul) amaga con situarnos en una burbuja telenovelesca, pero esta se rompe inmediatamente por la renuncia a acudir al pathos (ni una sola nota osa marcar el tempo emocional del relato) y por una carga política que se adueña de cada imagen. Pasado el primer temblor, vemos cómo la familia se dispone a aplastar al familiar. Los primeros serán los últimos: quien antes era privilegiado ahora está a punto de convertirse en principal perjudicado de un supuesto mal que solo puede atacarse desde el tabú.

En esta contexto, Bustamante pasa de la defensa al ataque tanto a través de la escritura como de la iluminación. El excelente trabajo fotográfico de Luis Armando Arteaga se adueña de una puesta en escena impecable en la dirección de actores, sobresaliente en la orientación de los planos como envite ideológico, y de matrícula en la confrontación visual de una luz (exterior, cegadora) eternamente peleada con las tinieblas (dueñas éstas de unos interiores con el aire excesivamente viciado). Derecha e izquierda; hombres y mujeres; lo secular y lo eclesiástico. Embistiéndose mutuamente, muy a su pesar. A través de este dualismo, el director vampiriza la retórica del enemigo. Así, denuncia (sin gritar) y se burla (sin reír) del absurdo más infernal: la imposibilidad de la plena libertad individual. Víctor Esquirol

MARILYN. Martín Rodríguez Redondo. 80 minutos. Argentina, Chile (2018). Con Walter Rodríguez, Catalina Saavedra, Germán De Silva. Visionado disponible el 27 y 28 de junio.

Marcos (el debutante Walter Rodríguez) es un adolescente que ha terminado con buenas notas el instituto y regresa al hogar para ayudar a su familia en el verano rural. Su padre, Carlos (Germán De Silva), y su hermano mayor se dedican a ordeñar las vacas y cuidar el ganado del patrón de los constantes intentos de robo, mientras que su madre, Olga (la chilena Catalina Saavedra), ayuda ganando unos pesos como modista. La vida de estos caseros es ardua y en condiciones más que modestas, pero Marcos no se siente a gusto con esas tareas: a escondidas se maquilla y se prueba coloridas ropas de mujer. Llega el carnaval y, con un antifaz como escudo, este joven apocado y tímido demostrará una alegría y un envidiable desenfado con su cuerpo sobre las pistas de baile. Sin embargo, ya en los primeros minutos del film, adivinamos que el entorno familiar y social de Marcos no será precisamente comprensivo y lo llevará a presenciar o padecer distintos eventos trágicos. Ni siquiera una efímera historia de amor con otro muchacho aliviará un poco sus penas.

La película –que tiene algo del ya clásico western gay Brokeback Mountain de Ang Lee– está narrada con convicción, precisión y contundencia, aunque por momentos se extrañen un poco más de matices y sutilezas. El film describe sin eufemismos las fuertes diferencias de clase y, sobre todo, los prejuicios hacia aquellos considerados “distintos”. Una intolerancia resuelta con burlas, provocaciones y finalmente con violencia. Mientras en algunas grandes urbes latinoamericanas este tipo de situaciones ya tienen un largo recorrido y en muchos casos ya no generan rifirrafes, en el ámbito rural, más conservador, conllevan todavía un grado de estigmatización y marginación que duelen e indignan. Diego Batlle