Página web del festival Márgenes 2022 (22-27 de noviembre)

FAIRYTALE (SKAZKA) | Alexandr Sokúrov | Rusia, Bélgica | 2022 | 78 min.

A primera vista, Fairytale podría parecer un corolario, o bonus trakc de la crepuscular trilogía del poder en la que Alexandr Sokúrov retrató a Lenin (en Taurus), al emperador Hirohito (Sol) y al líder del Tercer Reich (Moloch), esta vez poniendo el foco en las figuras de Benito Mussolini, Adolf Hitler y Winston Churchill. Pero si aquellos eran ejercicios biográficos libres, ahora estamos atrapados en los desquiciados territorios de la fantasía, en una opresiva pesadilla de la que no podemos despertar (en momentos fugaces, vemos la imagen de un niño que duerme golpeado por el desasosiego). Para invocar y subvertir la Historia, Sokúrov, a sus 71 años, se atreve a darle la réplica a la parafernalia digital contemporánea. En una época en la que técnicas de inteligencia artificial como Deepfake o Dall·E arman mosaicos del calibre de “Cthulhu arruinando una foto romántica con el Sol poniéndose en una playa” o “Darth Vader en un póster de propaganda soviética”, Sokúrov va más allá, hasta los niveles más profundos de un mundo onírico en el que impera la atrocidad. “Cuatro jinetes del Apocalipsis llegan a las puertas del Paraíso y…”. Este es el nudo argumental de Skazka, una película que se sitúa a medio camino entre la alegoría del fin del mundo y el chiste nihilista. Estamos ante un collage infernal en el que las arquitecturas imposibles (y muy dantescas) de Gustave Doré se hermanan con el blanco y negro espectral del material de archivo. Las estampas del pasado no son monolitos incorruptibles, sino una materia viscosa que puede ser moldeada a placer a través del doblaje (sonido) y la deformación (imagen).

En Fairytale, la Historia se presenta al servicio de la voluntad iconoclasta de un artista que, una vez más, mira de frente al monstruo del autoritarismo y lo encierra en su propio infierno. Los actores (apenas dobladores) reproducen discursos emblemáticos de estos líderes políticos, pero también ponen en su boca (digitalizada) palabras de otros autores, así como del propio Sokúrov: un comentario afectivo para ese aliado, una burla para el rival en el campo de batalla, dudas que desnudan a estos heraldos de la muerte y que exponen su frágil naturaleza humana. Fairytale recoge los ecos de la Segunda Guerra Mundial, que resuenan en un mundo de nuevo asolado tanto por el fantasma del fanatismo como por la concreción de sus guerras. Uno habla en alemán, otro responde en ruso, otro departe en italiano, y otro sienta cátedra en inglés, mientras un ser borroso responde en francés (a los cuatro protagonistas, los acompaña la sombra de Napoleón Bonaparte, la representación de Jesucristo y la presencia impredecible de una “Fuerza Suprema”). Todos se entienden, pues en el fondo se comunican en el lenguaje universal del sufrimiento, la miseria y la devastación. Víctor Esquirol

SPARTA | Ulrich Seidl | Austria, Alemania, Francia | 2022 | 101 min.

Esta es la segunda parte de un díptico que se inició con Rimini, que estaba protagonizada por un cantante melódico que, al tocar fondo, rememoraba sus días de gloria en las salas de fiesta de la localidad italiana. Ahora, en Sparta, el protagonista es su hermano, Ewald, y el punto de partida vuelve a ser la muerte de la madre, aunque la verdadera conexión entre las historias se establece a partir de la figura del padre, interno en una residencia de ancianos con síntomas de demencia. Dicho esto, el periplo de ambos hermanos no podía ser más disímil. El de Edwald le lleva de la Baja Austria a Transilvania, Rumanía, donde le espera una mujer con la que se va a casar. Sin embargo, cuando todo parece listo para el matrimonio, el reservado Edwald abandona el proyecto familiar para embarcarse en la rehabilitación de una escuela abandonada en un pequeño pueblo. Su idea es convertir el viejo edificio en un gimnasio llamado Sparta, donde pretende dar clases gratuitas de judo, convirtiendo a los niños de la comunidad en atletas griegos… y en modelos de sus fotografías. Antes de esto, Seidl, con una gran economía narrativa, hace evidente la nula vida sexual de Edwald con su novia, ilustra la compleja relación entre padre e hijo y, sobre todo, deja patente el interés del protagonista en compartir ‘juegos’ con niños a los que encuentra de forma casual o intencionada.

El cineasta traza el retrato de Edwald con una mirada frontal, que se extiende a su personal trabajo de planificación, compuesto por prolongados y perfectamente ejecutados encuadres fijos. Su forma ácida, incisiva y sórdida de radiografiar la sociedad centroeuropea ha quedado definida perfectamente a lo largo de cuarenta años de carrera, tanto en su faceta como documentalista, con obras cumbre como En el sótano, como a través de la ficción con películas como Días perros. Y ahora, con Sparta, se enfrenta al áspero tema de la pedofilia a través de un personaje atormentado que, bajo un aura apacible (inquietantemente invocada por la magnífica interpretación de Georg Friedrich), esconde un monstruo que lucha por salir y demostrar su voracidad.

Seidl es un cronista esencial de nuestro tiempo, un observador capaz de diseccionar, de cerca y con ánimo implacable, tanto el pozo moral de la supuesta Europa del bienestar como los escasos territorios de resistencia afectiva no contaminados por los fantasmas de la Historia y el capital. En alguna ocasión, el propio Seidl se ha referido a su cine, quién sabe si con ironía, como “pornografía social”. Su método se basa precisamente en dirigir el objetivo de su cámara hacia la abyecto o lo execrable con una naturalidad pasmosa, poniendo a prueba la sensibilidad del espectador. Tampoco le asusta enfrentarse a realidades que suelen quedar al margen de la ficción. En Sparta, se alude a la pervivencia del nazismo, la pederastia, la confrontación entre distintas masculinidades y la perpetuación del patriarcado. ¿El resultado? Una obra rotunda, extrañamente cautivadora y dolorosa. Una nueva muestra de la maestría de Seidl. Fernando Bernal

HIDEOUS | Yann González | Reino Unido | 2022 | 22 min.

Ganadora del Premio del Público de la sección Radar en el festival Curtocircuíto 2022, Hideous de Yann González bebe de la tradición de musicales pop como Tommy (Ken Russell, 1975) o Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001), en el sentido en que rompe con las convenciones clásicas del género al no confiar en grandes coreografías perfectamente ensayadas ni apostar por un montaje que procure la continuidad. Los nombres citados conectan también con su temática queer. Hideous nace del encuentro entre Gonzalez y el artista Oliver Sim, parte de The XX, quien, en su último disco en solitario, Hideous Bastard, vuelve a sus recuerdos como joven que creció con sida. La trama, o más bien el setting, gira en torno a una entrevista televisiva en la que el álter ego de Sim en la pantalla-álbum, interpretado por él mismo, repasa su vida. Este dispositivo permite al binomio de cineasta y cantante ofrecer tres temas con estilos diferentes. Partiendo de un onírico y surrealista blanco y negro, terminan con un estallido de color fantasgore muy lúdico y sensorial. Víctor Paz

COMA | Bertrand Bonello | Francia | 2022 | 82 min.

El cineasta francés Bertrand Bonello elabora en su nueva película un artefacto en constante renovación, más cercano al cine experimental que a un relato tradicional. El autor de Zombi Child parece más interesado en capturar, con diversas texturas visuales, el estado de ánimo provocado por la pandemia que en tramar una narración sobre ella (de hecho, los tramos más divertidos del film se articulan sobre referencias culturales). El discurso se vehicula mediante varias capas: imágenes de los vídeos de la influencer ficticia Patricia Coma, fragmentos de cámaras de seguridad, la telenovela/sitcom de la casa de muñecas de la protagonista, conversaciones en animación 2D y un tétrico universo paralelo boscoso que representa una suerte de limbo. Este batiburrillo de focalizaciones del relato remite perspicazmente al caótico cóctel mental que nos provocó a muchos el encierro, en el que la realidad se construía sobre ficciones, sueños, realidades y ventanas emergentes.

Sobre estas texturas, Bonello cartografía certeramente las sensaciones más comunes del confinamiento, tales como el aburrimiento, la necesidad de elementos disruptivos que provoquen sentimientos, el desamparo ante una realidad sobre la que no se tenía control, la ensoñación como única vía de escape, el aumento del tiempo de uso de las pantallas y su consecuente monopolio de la comunicación (hay un divertido momento que remite a Host, de Rob Zombie). Y, sobre todas estas emociones, Bonello trata de enarbolar un discurso generacional (centrado en la gen-Z) más irregular de lo que cabría desear. De hecho, el director de Nocturama encorseta su película entre un prólogo y un epílogo dedicados a su hija, que imprimen a su libérrimo dispositivo un paternalismo renqueante, cercano al discurso inspiracional. Pese a este lastre de carácter “familiar”, Coma acomete con determinación una reflexión que bascula entre lo filosófico y lo sociológico, y que embiste contra el proceso de coerción de libertades que activó la pandemia. Ante tal audacia, solo cabe admirar, como señaló Séneca, a aquel que, “aun cuando no lo haya conseguido, ha caído, sin embargo, después de haber osado grandes cosas”. Jaime Lapaz